Entre las singularidades que caracterizaron la XVIII edición
de la recién concluida Feria internacional Agropecuaria Granma 2015, destacó
por su novedad, destreza y singularidad un espectáculo protagonizado por
jóvenes jinetes del Centro Nacional de Equitación, dirigidos por el entrenador
italiano Fulvio Mazzoleni.
Por: Mailenys Oliva Ferrales
Fotos: Armando Yero La O
Fotos: Armando Yero La O
Hay oficios a los que se llega por casualidad o por
necesidad. Hay otros para los que sencillamente se nace. Entre aquellos que ya
traen la ocupación impregnada en los genes se encuentra el italiano Fulvio
Mazzoleni, un hombre ligado de manera indisoluble a la doma equina,
especialidad que, bajo su tutela, es también arte.
Desde el norte de Italia, en Milán, llegó a Cuba este
singular jinete y domador de equinos, quien liderando a un grupo de jóvenes del
Centro Nacional de Equitación en Cuba, quedó grabado en el recuerdo de los
participantes a la recién concluida Feria internacional Agropecuaria de Granma,
con lo que fue uno de los espectáculos más llamativos y originales del
certamen.
Por primera vez en Granma, Mazzoleni y sus muchachos, al
mando de clásicos caballos españoles entrenados para hacer elegantes
demostraciones de equitación, cautivaron en pista a un público exigente, que
agradecido por la novedad, ovacionó y aplaudió cada uno de los actos
protagonizados con destreza por jinetes y alazanes al unísono.
Y así, con la pasión propia que emana solo de quienes
disfrutan de su quehacer, Fulvio Mazzoleni dialogó con Radio Bayamo Digital
acerca de sus experiencias en la doma, sus complejidades y enseñanzas en la
Isla.
¿Por qué Cuba?
“Yo estoy aquí, porque el Comandante de la Revolución,
Guillermo García, me contactó en Italia para que viniera acá, a Cuba, a domar
caballos. También le doy clases de equitación a un grupo de ocho muchachas y
muchachos, debido a que en el país no hay tanta cultura de equitación, aun
cuando existen muchos vaqueros y otras cosas, pero no equitación.
“Ya llevo un año en esta labor y los muchachos han dado muy
buenos resultados. Pero lograr eso no es nada fácil, porque un caballo en el
campo hace lo que quiere, pero en la pista tiene que hacer lo que el hombre
quiere. Es como el “piloto” que tiene que conducir el carro; igual ocurre con
el caballo”.
¿Cuánto tiempo puede transcurrir antes de que un caballo
esté listo para brindar un espectáculo como el que pudieron disfrutar los
granmenses en la inauguración de la Feria?
“Eso como tres años. Se empiezan a domar de esa misma edad,
con tres años, porque un potro es como un muchacho de 20, es decir, ya se le
puede pedir un trabajo porque tiene el físico hecho y está fuerte. Con el
caballo es similar. Entonces de tres a seis años es el tiempo en que se pone a
uno de estos caballos en una alta escuela de doma.
“Así es la media, porque hay caballos que a lo mejor tú
puedes apretar y en dos o dos años y medio ya están domados. Pero hay otros que
son más duros, más fuertes, de más carácter y necesitan tres o cuatro años para
ser domados completamente.
“La propia doma también influye, porque son muchos
ejercicios de alta escuela para enseñarles, como el paso español, el de apoyo,
el trote largo, el trote corto, pirueta al galope, cambio de galope, y otros,
que todos van con la mano y la pierna, porque con el caballo no te puedes
comunicar mediante el diálogo como lo haces con una persona. No. Con el caballo
tienes que hacerlo mediante el encorvamiento, y sobre todo con mucha
sensibilidad”.
¿Desde cuándo está en este mundo de la doma?
“Desde siempre. Esta es mi vida. Yo desde pequeño soñaba con
los caballos y me gusta mucho que tengan bastante pelo y que sean elegantes”.
Aunque en la pista se le veía con un completo dominio sobre
el corcel y los ejercicios ejecutados fueron realmente impresionantes, ¿cuán
difícil puede ser lograr esta destreza y complicidad con un animal?
“Los caballos son un poco como los niños. Si tú tienes un
hijo, aunque lo quieras mucho llega un momento que si se comporta mal tienes
que hablarle y llevarlo un poco duro. Así son los caballos, incluso más
difíciles, porque son “machos enteros” y tienen mucho carácter y son guapos.
“Ellos son guapos por naturaleza y desde que tú empiezas a
domarlos debes lograr que entiendan que tú eres su dueño. Si manda él no es
bueno. Tú tienes que mandar, y así llega el momento en que él te respeta y
cuando le pides que haga algo, que ejecute una acción, lo hace.
“Claro, eso es algo de todos los días. Al principio cada
toque que uno le da ellos lo sienten como un mosquito que a ti te pica y te
molesta, pero con el tiempo se adaptan y llegamos a crear una amistad de
jinete-caballo.
“Por ejemplo con el que hice una de las presentaciones le
puse “Yoni, el guapo”. No es su nombre, pero tuve que llamarlo así por cómo se
comporta. También monté hace un tiempo otro que nombré “El gallito”, porque era
como un gallito de pelea.”
Sin embargo, hay una cualidad que creo debe ser
indispensable para esta faena, el amor…
“Sí claro. Para mí montar a caballo es la vida misma. Yo lo
disfruto muchísimo. Y sin amor, paciencia y mucha dedicación nada de lo que
vieron en el espectáculo se puede lograr.
“La doma necesita también de mucha sensibilidad en la mano,
en la pierna y en la postura.
¿Sirve cualquier raza de caballo para esta actividad, o hay
alguna que se escoja por sus características?
“No, casi todos los caballos pueden servir, lo que sucede es
que el más hermoso es el caballo español porque tiene mucho cuello, y desde la
antigüedad, hombres como Napoleón y “Alejandro Magno” tuvieron caballos
españoles, y es que ellos se mueven mirando al mundo, parecen guapos y son muy
elegantes”.
La tradición de la doma, ¿proviene de Italia?
“Ahora la alta escuela de doma está en España, pero
realmente nació en Italia”.
¿Y en Cuba ya hay descendencia de esta raza del caballo
español?
“Sí, en La Habana existe un centro de genética, que ya ha
logrado la reproducción de varios ejemplares. A la Feria de Granma trajimos
cinco de ellos y ya tenemos tres listos para comenzar la doma”.
La Isla cuenta ahora con su sabia experiencia en este oficio
y los jóvenes de la escuela de equitación lo han bautizado como “gran maestro”,
¿en qué se basan sus enseñanzas?
“Gran maestro no. Yo me llamo solo Fulvio. No soy un
maestro, la gente siempre dice cosas grandes. Yo soy un pequeño de la
equitación, algo que sí me apasiona. Y creo que para enseñar lo primero es que
tus alumnos se conviertan además en amigos tuyos, porque aunque tienes que
regañarlos cuando algo no está bien hecho, también debes premiarlos cuando se
lo merecen, y de esta manera hemos tenido muy buenos resultados y a la gente le
gusta lo que ve cuando nos presentamos en las pistas.”
Su labor además de inédita en Cuba resulta bien interesante,
¿existe la posibilidad de que este proyecto se extienda a otras regiones del
país?
“No depende de mí; pero trabajando con el Comandante de la
Revolución Guillermo García, una persona extraordinaria y que ama también a los
caballos y a los animales, me he podido dar cuenta que él quiere que toda Cuba
vea este espectáculo del caballo español y que se aprenda la doma equina;
aunque esto es algo complejo y que requiere de mucho tiempo.
“No obstante, yo estoy encantado, a mí me gusta Cuba, la
gente es muy cariñosa y voy a ir a donde me inviten”.
Fulvio ya ha sembrado en Cuba su semilla de amor por la doma
equina. Sus alumnos son una muestra fehaciente de ello. Ojalá la Isla toda
pueda ser testigo de esos espectáculos donde se funden pasión, habilidades y
mañas, que van más allá del oficio.
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