lunes, 7 de diciembre de 2015

La doma equina más allá del oficio



Entre las singularidades que caracterizaron la XVIII edición de la recién concluida Feria internacional Agropecuaria Granma 2015, destacó por su novedad, destreza y singularidad un espectáculo protagonizado por jóvenes jinetes del Centro Nacional de Equitación, dirigidos por el entrenador italiano Fulvio Mazzoleni.

Por: Mailenys Oliva Ferrales
Fotos: Armando Yero La O

Hay oficios a los que se llega por casualidad o por necesidad. Hay otros para los que sencillamente se nace. Entre aquellos que ya traen la ocupación impregnada en los genes se encuentra el italiano Fulvio Mazzoleni, un hombre ligado de manera indisoluble a la doma equina, especialidad que, bajo su tutela, es también arte.
Desde el norte de Italia, en Milán, llegó a Cuba este singular jinete y domador de equinos, quien liderando a un grupo de jóvenes del Centro Nacional de Equitación en Cuba, quedó grabado en el recuerdo de los participantes a la recién concluida Feria internacional Agropecuaria de Granma, con lo que fue uno de los espectáculos más llamativos y originales del certamen. 

Por primera vez en Granma, Mazzoleni y sus muchachos, al mando de clásicos caballos españoles entrenados para hacer elegantes demostraciones de equitación, cautivaron en pista a un público exigente, que agradecido por la novedad, ovacionó y aplaudió cada uno de los actos protagonizados con destreza por jinetes y alazanes al unísono.

Y así, con la pasión propia que emana solo de quienes disfrutan de su quehacer, Fulvio Mazzoleni dialogó con Radio Bayamo Digital acerca de sus experiencias en la doma, sus complejidades y enseñanzas en la Isla.

¿Por qué Cuba?

“Yo estoy aquí, porque el Comandante de la Revolución, Guillermo García, me contactó en Italia para que viniera acá, a Cuba, a domar caballos. También le doy clases de equitación a un grupo de ocho muchachas y muchachos, debido a que en el país no hay tanta cultura de equitación, aun cuando existen muchos vaqueros y otras cosas, pero no equitación.

“Ya llevo un año en esta labor y los muchachos han dado muy buenos resultados. Pero lograr eso no es nada fácil, porque un caballo en el campo hace lo que quiere, pero en la pista tiene que hacer lo que el hombre quiere. Es como el “piloto” que tiene que conducir el carro; igual ocurre con el caballo”.

¿Cuánto tiempo puede transcurrir antes de que un caballo esté listo para brindar un espectáculo como el que pudieron disfrutar los granmenses en la inauguración de la Feria? 

“Eso como tres años. Se empiezan a domar de esa misma edad, con tres años, porque un potro es como un muchacho de 20, es decir, ya se le puede pedir un trabajo porque tiene el físico hecho y está fuerte. Con el caballo es similar. Entonces de tres a seis años es el tiempo en que se pone a uno de estos caballos en una alta escuela de doma.

“Así es la media, porque hay caballos que a lo mejor tú puedes apretar y en dos o dos años y medio ya están domados. Pero hay otros que son más duros, más fuertes, de más carácter y necesitan tres o cuatro años para ser domados completamente.

“La propia doma también influye, porque son muchos ejercicios de alta escuela para enseñarles, como el paso español, el de apoyo, el trote largo, el trote corto, pirueta al galope, cambio de galope, y otros, que todos van con la mano y la pierna, porque con el caballo no te puedes comunicar mediante el diálogo como lo haces con una persona. No. Con el caballo tienes que hacerlo mediante el encorvamiento, y sobre todo con mucha sensibilidad”.  

¿Desde cuándo está en este mundo de la doma?

“Desde siempre. Esta es mi vida. Yo desde pequeño soñaba con los caballos y me gusta mucho que tengan bastante pelo y que sean elegantes”.

Aunque en la pista se le veía con un completo dominio sobre el corcel y los ejercicios ejecutados fueron realmente impresionantes, ¿cuán difícil puede ser lograr esta destreza y complicidad con un animal?

“Los caballos son un poco como los niños. Si tú tienes un hijo, aunque lo quieras mucho llega un momento que si se comporta mal tienes que hablarle y llevarlo un poco duro. Así son los caballos, incluso más difíciles, porque son “machos enteros” y tienen mucho carácter y son guapos.

“Ellos son guapos por naturaleza y desde que tú empiezas a domarlos debes lograr que entiendan que tú eres su dueño. Si manda él no es bueno. Tú tienes que mandar, y así llega el momento en que él te respeta y cuando le pides que haga algo, que ejecute una acción, lo hace.

“Claro, eso es algo de todos los días. Al principio cada toque que uno le da ellos lo sienten como un mosquito que a ti te pica y te molesta, pero con el tiempo se adaptan y llegamos a crear una amistad de jinete-caballo.

“Por ejemplo con el que hice una de las presentaciones le puse “Yoni, el guapo”. No es su nombre, pero tuve que llamarlo así por cómo se comporta. También monté hace un tiempo otro que nombré “El gallito”, porque era como un gallito de pelea.”

Sin embargo, hay una cualidad que creo debe ser indispensable para esta faena, el amor…

“Sí claro. Para mí montar a caballo es la vida misma. Yo lo disfruto muchísimo. Y sin amor, paciencia y mucha dedicación nada de lo que vieron en el espectáculo se puede lograr.

“La doma necesita también de mucha sensibilidad en la mano, en la pierna y en la postura.

¿Sirve cualquier raza de caballo para esta actividad, o hay alguna que se escoja por sus características?

“No, casi todos los caballos pueden servir, lo que sucede es que el más hermoso es el caballo español porque tiene mucho cuello, y desde la antigüedad, hombres como Napoleón y “Alejandro Magno” tuvieron caballos españoles, y es que ellos se mueven mirando al mundo, parecen guapos y son muy elegantes”.

La tradición de la doma, ¿proviene de Italia?

“Ahora la alta escuela de doma está en España, pero realmente nació en Italia”.

¿Y en Cuba ya hay descendencia de esta raza del caballo español?

“Sí, en La Habana existe un centro de genética, que ya ha logrado la reproducción de varios ejemplares. A la Feria de Granma trajimos cinco de ellos y ya tenemos tres listos para comenzar la doma”.

La Isla cuenta ahora con su sabia experiencia en este oficio y los jóvenes de la escuela de equitación lo han bautizado como “gran maestro”, ¿en qué se basan sus enseñanzas?

“Gran maestro no. Yo me llamo solo Fulvio. No soy un maestro, la gente siempre dice cosas grandes. Yo soy un pequeño de la equitación, algo que sí me apasiona. Y creo que para enseñar lo primero es que tus alumnos se conviertan además en amigos tuyos, porque aunque tienes que regañarlos cuando algo no está bien hecho, también debes premiarlos cuando se lo merecen, y de esta manera hemos tenido muy buenos resultados y a la gente le gusta lo que ve cuando nos presentamos en las pistas.”

Su labor además de inédita en Cuba resulta bien interesante, ¿existe la posibilidad de que este proyecto se extienda a otras regiones del país?

“No depende de mí; pero trabajando con el Comandante de la Revolución Guillermo García, una persona extraordinaria y que ama también a los caballos y a los animales, me he podido dar cuenta que él quiere que toda Cuba vea este espectáculo del caballo español y que se aprenda la doma equina; aunque esto es algo complejo y que requiere de mucho tiempo.

“No obstante, yo estoy encantado, a mí me gusta Cuba, la gente es muy cariñosa y voy a ir a donde me inviten”.

Fulvio ya ha sembrado en Cuba su semilla de amor por la doma equina. Sus alumnos son una muestra fehaciente de ello. Ojalá la Isla toda pueda ser testigo de esos espectáculos donde se funden pasión, habilidades y mañas, que van más allá del oficio.

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