Armando Yero La O
El 31 de diciembre de 1901 el Gobierno Interventor Americano
bajo el mando del General Leonardo Wood, celebró las primeras elecciones
presidenciales en Cuba. Contendieron dos candidatos: Tomás Estrada Palma y
Bartolomé Masó, resultando electo el primero y tomando posesión el 20 de mayo
de 1902.
De esta manera, poco más o menos, reflejaban los viejos
libros de Historia de Cuba, la inauguración de la república. Según los textos,
el candidato “derrotado” fue Bartolomé Masó, cuya fulgurante trayectoria
revolucionaria quedaría reducida a insultantes pisapapeles de bronce y piedra
durante casi 60 años de sucesivos gobiernos “libremente elegidos” por el
sufragio popular.
Claro que en aquellas elecciones “libres” el hombre de
Bayate no tenía posibilidades de salir electo presidente.
El compañero de Céspedes en el 68, el organizador del levantamiento
del 95, el patriota dignísimo y austero que presidió la República en Armas
hasta el mismo cese de la dominación española, encarnaba la más firme garantía
para que el parto de la nueva república se hiciera libre de cualquier
intervención extranjera. Y ello era bastante para que mermaran sus
posibilidades.
Era el general manzanillero un cabal defensor del sufragio
universal y de la independencia absoluta frente al criterio del Gobierno
Interventor que negaba el voto a las clases pobres y analfabetas (80 por ciento
de la población) y propugnaba el anexionismo descaradamente.
Leonardo Wood |
Quiso el general interventor Leonardo Wood, que era
partidario de una elecciones municipales “para ir ejercitando a los cubanos en
las práctica democráticas”, conocer previamente el criterio de Masó.
La respuesta del general mambí fue terminante: “Voto
universal, yo quiero que voten todos los cubanos, sin limitación alguna”.
Ante la disensión de aquel general “poco manipulable”, el
interventor Wood precisaba: “pienso que debe restringirse el derecho electoral;
que voten sólo los que sepan leer y escribir, los miembros del Ejército y los
mayores de 21 años que posean 250 pesos por lo menos…”
Había una diferencia insalvable entre el interventor y el
patriota. El procónsul no estaría de acuerdo jamás con el independentista, por
lo tanto, la derrota de Masó estaba garantizada.
El historiador Rafael Martínez Ortíz, amable y
condescendiente partidario del interventor Wood, interpreta la posición vertical
de Masó de la siguiente manera: “mostrar un criterio así era perder de antemano
la presidencia de la República. Masó le había enseñado las cartas y Wood no se
dejaría ganar la partida…”
Bartolomé Masó Márquez |
Para los historiadores “a lo Martínez Ortiz”, que no fueron
pocos, la valiente actitud de Masó constituía “un grave error”, llegando a
decir que tal posición demostraba “la mella que la guerra y los años habían
hecho en su inteligencia”.
En cambio, para Estrada Palma, algo más viejo que Masó, el
mismo historiador aseguraba que “llevaba bien sus 70 años” y por supuesto,
tenía mucha más inteligencia al ponerse de acuerdo con los yanquis y aceptar la
Enmienda Platt.
Las presiones de Wood permitieron las elecciones municipales
como era su deseo, con el voto restringido y con la anuencia de las autoridades
locales para toda clase de maniobras en pos de evitar la elección de aquellos
que rechazaban la intervención.
Y como el Gobernador Wood detentaba el poder real, vetó y
destituyó a todos los alcaldes contrarios a la anexión. En este panorama de
coacción, fraude y favoritismo, llega Cuba a las elecciones presidenciales del
31 de diciembre de 1901. Eran las primeras elecciones de nuestra mal nacida
República.
Tomás Estrada Palma |
A estas alturas, la “elección” de Estrada Palma era cosa
segura, pero habían que arreglar un pequeño problema: él no era elector cubano.
Desde 25 años atrás residía en Estados Unidos y ostentaba la nacionalidad
norteamericana.
El “inconveniente” se arregló mediante un poder de Estrada
Palma a Diego Tamayo para el Juzgado de La Habana. De un plumazo, el ex maestro
ex patriota y ex revolucionario, fue convertido nuevamente en ciudadano cubano,
listo para estrenarse como Presidente.
Como era de esperarse, los partidarios de Estrada Palma
amparados por el Gobierno Interventor yanqui, protagonizaron el primer fraude
electoral de nuestra historia republicana. En las juntas de escrutinio quedaron
bien delimitadas “la mayoría” y “la minoría”. Y ya sabemos a quien correspondió la primera.
Aquellas inaugurales “elecciones libres” elevaron a la
condición de héroes a los que pactaron con el vecino del norte y entregaron en
bandeja de plata nuestra soberanía, pisoteando la dignidad de patriotas
irreductibles como Bartolomé Masó.
Durante casi 60 habrían de repetirse en el escenario
electoral cubano, los vergonzantes manejos y fraudes al estilo de aquellos
primeros comicios.
Casi 60 años de farsa peliculera, de inmoralidad y descaro,
de desprecio hacia la ética y el civismo ciudadano.
Cuántos slogans y poco análisis del contexto.
ResponderBorrarEs vergonzoso que defendiendo voto universal y la "dignidad" de Masó al querer darle voz a todos, sin embargo, los comentarios sean sujetos a aprobación. Verguenza y más verguenza!
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