Por Ernesto Pérez Chang
Esta es la canasta básica de un cubano: cinco huevos al mes y unas cuantas libras de arroz, del que se “enfanga” y no crece. Azúcar, la suficiente para transformar el vaso de agua corriente en un desayuno de emergencia. La sal común, con granos del tamaño de una pelota de ping pong, el paquete de un kilogramo no se sabe cada cuántos meses. Es de las cuentas más complicadas.
Con regularidad, reparten unos cuantos gramos de tendones y
pellejos molidos con harina de soya, algo de condimento y sustancias químicas
conservantes que ningún laboratorio pudiera explicar. La gente consume la
mezcla sin saber exactamente qué es, pero han aprendido a engullir sin hacer
muchas preguntas. Tal vez la fórmula sea de los secretos mejor guardados y, lo
de tragar a ciegas, de las maniobras de consumo más inteligentes.
Los frijoles, cuando no vienen picados por gusanos y
gorgojos entonces huelen a fumigación y, de tan viejos, no hay modo de
transformarlos en algo humanamente comestible.
El aceite, con algunas moscas flotando en él, solo sirve
para embarrar la botella, jamás para aderezar, y el único panecillo barato que
se permite el obrero, es de sabor tan ácido y de textura tan rara que a veces
termina para comida de los cerdos.
Si entrara ese barco que todos contemplan con regocijo desde
el muro del Malecón, entonces llegará el pollo de una libra por consumidor,
calculada la ración para treinta días. A veces uno compra a los médicos el
autorizo de una dieta médica y, después de unos trámites escabrosos en las
oficinas de comercio, recibe otro poquito de comida durante unos meses.
Usualmente uno enferma con los años como consecuencia de la prolongada
malnutrición y se gana el extra como si fuera un premio de lotería. De modo que
la enfermedad no parece un agravante sino una bendición.
La libreta de racionamiento no nos provee de mucho más. Cada
año las autoridades recortan las páginas. De modo que la edición nunca resulta
aumentada sino disminuida. Solo en eso consisten las incesantes correcciones.
Las casillas que van sobreviviendo a las podas periódicas, al final terminan
tan vacías como el interior de nuestros refrigeradores, por no decir, de
nuestras barrigas.
Tal vez para justificar la perpetua permanencia en nuestras
vidas, al documento, un verdadero manual de privaciones, se le agregan otras
funciones de control y se convierte en un elemento esencial que regula y
determina a fondo nuestras existencias. Tanta es su importancia en algunos
hogares humildes que en la cubierta se ha llegado a advertir que no es un
documento oficial.
No obstante, todos sabemos que lo es, y lo llevamos a todas
partes junto con el carnet de identidad, incluso adosado al pasaporte cuando
viajamos al extranjero. El diablo son las cosas.
La libreta de racionamiento o de “abastecimiento”, como se le
nombra de manera oficial, debería ganarse un lugar entre los símbolos de la
nación. Creo que nada puede ser más representativo de un pueblo y de la
historia de penurias que ha soportado.
Solo en determinados hogares de privilegio la libreta de
racionamiento no existe o, sencillamente, duerme el sueño eterno en alguna
gaveta cuando no en un cesto de basura. Palacetes de las zonas restringidas o
lugares donde habitan los dioses de este Olimpo insular: gerentes de grandes y
pequeñas empresas estatales, militares de alto rango, dirigentes con poder
efectivo, hombres y mujeres que han sabido sacarle provecho a tantos y
perversos mecanismos de control o que han descubierto que el socialismo solo es
una gran fiesta donde, si te va muy mal, es porque no has sido invitado.
MI ESTIMADO YERO, ES UN TRABAJO SUPERFICIAL, CARENTE DE OBJETIVIDAD, PLAGADO DE MENTIRAS Y MEDIAS VERDADES.
ResponderBorrarCOMO LOS DEL PROGRAMA DE LA TV CUBANA "VIVIR DEL CUENTO", DEFIENDO LA PERMANENCIA DE LA LIBRETA DE RACIONAMIENTO.
MILLONES EN EL MUNDO SALTARÍAN DE FELICIDAD SI SU GOBIERNO LES GARANTIZARA LO QUE EL CUBANO A NOSOSTROS, AMPLÍSIMAMENTE SUBSIDIADO, A PRECIOS SIMBÓLICOS.
CUBA DEBE TRABAJAR POR QUE CADA VEZ SEA MENOS NECESARIA LA LLEVADA Y TRAIDA LIBRETA, PERO, NO TENGO DUDA ALGUNA, ES UNA GARANTÍA DE ALIMENTACIÓN ELEMENTAL QUE MUCHOS EN EL MUNDO QUIESIERAN TENER.