Por Cecilia Crespo
En noviembre del pasado año, el canal galo France O estrenó
el documental La vaca de mármol, del destacado crítico y realizador
cinematográfico Enrique Colina. En Cuba solo se exhibió una vez durante la
pasada edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La
Habana.
Hace pocos días un amigo español que vio el documental de
Colina, me preguntaba por Ubre Blanca. Para quienes no la conocen esta fue una
vaca que en la década de los 80 se convirtió en un fenómeno mediático. En tan
solo un día produjo 110, 9 litros de leche y 27 674, 2 litros en 365 días de
lactancia, desplazando del libro de los Guinnes a Arleen, la campeona
norteamericana. En ese tiempo muchas personas creyeron que con esta vaca los
problemas de la economía cubana quedarían resueltos. Sueño que fracasó varios
meses después.
Colina, maestro del documental en Cuba, aprovechó la
historia de Ubre Blanca para discursar metafóricamente sobre otros fracasados
planes económicos llevados a cabo hace unas décadas en la Isla. Dada la
insistencia de mi amigo por saber más acerca de este documental, quise
contactar con Enrique Colina. Comenzamos hablando de La Vaca de mármol, pero
este terminó siendo solo el pretexto para que uno de los intelectuaes más
lúcidos de nuestro país, nos hablara acerca de cómo ve el presente y el futuro
de Cuba.
Cuéntanos de La Vaca de Mármol y su relación con la Cuba que
vivimos los cubanos…
El punto de partida de este filme es el fenómeno que siempre
hemos vivido de dimensionar hechos que de alguna medida tienen una excepcionalidad y convertirlos en
paradigmas de una realidad. El
documental expresa lo que dice uno de los entrevistados sobre la prensa cubana,
que es más propagandística que reflexiva y no ofrece el análisis sintomático de
la realidad que necesitamos como ciudadanos. Lo demuestra ahora mismo lo que
está sucediendo con el precio exorbitante de los autos, en la calle todos
hablan de ello y en ningún medio de prensa se ha hecho referencia a este
suceso. Después de un congreso más de la
Unión de Periodistas en el que siempre todos se pronuncian a favor de reflejar la realidad, no aparece nada
al respecto.
El fenómeno mediático de Ubre Blanca en los años ochenta fue
impresionante. Estuve en la Isla de la Juventud algunos años después de la
parafernalia propagandística que existió en torno a su existencia. Allí visité
el taller de los escultores donde hicieron la vaca de mármol. Ya hacía varios
años que la habían terminado y las autoridades no habían decidido aún donde
colocar la escultura, si la ponían en la entrada del aeropuerto, en una plaza pública
o en su lugar de origen. Los escultores estaban desesperados porque le quitaran
la estatua del taller porque les ocupaba mucho espacio. Desde entonces tuve la
idea de hacer el documental, porque esta vaca podía convertirse en un símbolo,
en una metáfora de una realidad enajenada. Enajenación que aun hoy, sigue representada oficialmente en el culto
al héroe subido en su pedestal, aunque a sus pies haya un latón de basura
desbordándose, pero siempre en el encuadre sólo aparece el héroe y el pedestal.
Vivimos un presente que es la expresión de esa deformación
obstinada y que será irreversible mientras no haya el reconocimiento de las
causas y los responsables de los errores que se han cometido. La historia de la vaca es la magnificación de
un fenómeno excepcional de la naturaleza, lo que no niega que se hizo un
trabajo científico serio. Estaba justificado que se hicieran experimentos para
crear un tipo de ganado resistente al calor y vacas que fueran grandes
productoras de carne y leche. En el 81 se logra una producción de leche
extraordinaria. Lo que sucede es que para lograr esa producción con animales
F2, resultantes de esos cruces que se
habían hecho y en los que hay una razón y un éxito científico que yo respeto,
había que tener condiciones propicias.
En los ochenta se produjo mucha leche porque había un
soporte económico para sostener ese tipo de ganadería estatal. Pero ese soporte
era gracias a la ayuda soviética y no por una estructura económica interna que
fuera reproductora de la riqueza necesaria para sostener ese tipo de plan.
Hemos vivido abrazados a los mitos. Y uno de los objetivos que yo me planteo
siempre como cineasta, en los pocos años que me puedan quedar de vida, es
contribuir a rescatar algo de la memoria histórica de este proceso, no la de
los hechos trascendentes ensalzados y machacados por el ritual oficial, sino la
del repaso de la cotidianidad de una
vida nacional vista desde la base y no desde el espejismo voluntarista de
consecuencias nefastas, es decir, de aquellas lluvias que trajeron estos lodos
que son justamente de los que también trata de cierta manera este documental.
Ubre Blanca es también la zafra de los 10 millones, es el
Cordón de La Habana, el plátano micro-jet, la zeolita … es un poco todos esos
planes económicos que de una manera voluntarista y con las mejores intenciones
que no niego, fracasaron. Queriendo despegar vertiginosamente del subdesarrollo
y sin alas propias para volar, la realidad nos ha devuelto a la imagen del
espejo, ese de la bruja de Blancanieves con el que la generación de cineastas
de los ’80 comparaba críticamente a la televisión cubana, hasta que un día le
dijo que la más bella no era ella y lo rompió.
Usted me habla ahora de cine cubano ¿Cuáles considera que
son los actuales asideros y barrancos de la actual producción cinematografica
en Cuba?
El cine cubano se compone de distintas generaciones y por
tanto de miradas diferentes. Su estado de salud es delicado debido a las
carencias materiales y a que como sabes es muy difícil hacer una película sin
dinero. Pero por otra parte hay otro factor que lo ha facilitado que es el
advenimiento de las nuevas tecnologías.
Ahora se habla de las protestas que hemos hecho un grupo de cineastas contra la
pretensión burocrática de hacer una restructuración del ICAIC sin contar con
los realizadores. En esta reivindicación una de las cosas que se plantea es el
reconocimiento legal de la producción independiente, ya que el ICAIC no tiene
los recursos que tuvo en aquella época en que se podían hacer entre 6 y 8 largometrajes,
cincuenta y tantos noticieros y otros tantos documentales y animados al año.
Eso terminó, explotó la burbuja y por eso hay que reconocer que hay que batirse
de forma independiente, pero con una institución estatal ni paternalista ni
censora, pero sí promotora de incentivos para mantener y defender con su
colaboración esa cultura cinematográfica que la Revolución estimuló.
Creo que se están realizando cosas interesantes, vi
recientemente obras de dos jóvenes realizadores, Melaza y La Piscina, y me
parecieron bien sugestivas, en ambas se exponen conflictos de la realidad
actual que hay que abordar desde diferentes ángulos estéticos, humanos y
críticos. Esta nueva generación tiene sus inquietudes, su sensibilidad y se
está enfrentando con una realidad muy contradictoria que proyecta un futuro
incierto. Hay documentales en la Muestra del Cine Joven que son reveladores de
esa mirada crítica, anti conservadora y polémica sobre tópicos y tabúes no
declarados. No le dan la espalda a los conflictos y, por eso, por incómodos, no
se divulgan y no se ponen en la
televisión.
Otro problema del cine cubano es la exhibición ¿Cómo están
los cines? ¿Dónde está el dinero para equipar y reparar las salas de
exhibición? Se pueden hacer películas independientes pero… ¿y después? ¿dónde
las exhibes? Los cines 3d particulares los quitaron y ¿cuál es la alternativa?
Hay cambios positivos que se han visto, pero todas las transformaciones tienen
que estar asociadas a la participación ciudadana, a la discusión y a la previsión.
Muchas veces se toman medidas de tira y encoge porque no se prevén bien las
consecuencias de las decisiones que se toman. Estamos como atrapados en una
trampa, el enredo de la madeja es no sólo material sino de tipo ideológico y la
modificación que necesitamos no es solo táctica y parcialmente económica sino
política. Parafraseando a Raúl, el único compromiso que tiene el cine cubano es
mantener un diálogo artístico serio y reflexivo con su realidad nacional.
Colina usted me habla de cine cubano, de pasado, presente y
futuro pero también me habla de Cuba ¿Se considera usted un cineasta que
cuestiona la sociedad en que vive?
La obstinación utópica convierte los sueños en pesadilla si
no hay crítica, si no hay debate de ideas. Comparto las ideas humanistas de la
Revolución y me rebelo obsesivamente contra la práctica de su deformación. En
los ochenta hice Estética, donde abordaba el tema de la belleza como una
necesidad reafirmativa de la condición humana. El socialismo, a pesar de
desarrollar la instrucción y la cultura, siempre ha descuidado la educación de
la sensibilidad estética en las manifestaciones del entorno vital urbano. Hoy,
asociada a la pobreza, la fealdad se ha impuesto como patrón expresivo de la
crisis. Vas a los lugares y todo es feo y está mal hecho, lo que también
reflejaba como síntoma deformante en Chapucerías y en Yo también te haré
llorar, referente a la pésima calidad de los servicios estatales. En Vecinos
señalaba los conflictos de la convivencia y la indisciplina social tolerados
por una irresponsable permisividad, etc… En fin, he hecho varios documentales
que reflejan problemas que ya estaban desde los años ochenta y que han
empeorado a unos niveles terribles hoy día. Más allá de considerarme un
crítico pienso que soy una persona que vive en este país y que ve esta realidad
sin tapujos ni prejuicios al precio de vivir una amarga decepción que lejos de
paralizarme me compulsa a protestar. Me parece que no es nada excepcional lo
que hago. Tengo una opinión y es mi
derecho expresarla. Es una lástima que esta actitud no esté un poco más
extendida. Mi punto de vista es que nos hemos convertido en un tipo de
ciudadano que no tiene desarrollado un sentido cívico elemental. Ser
revolucionario ha sido históricamente en la práctica obedecer, seguir las
orientaciones, cumplir las tareas asignadas y ha quedado para la retórica
demagógica aquello de pensar con cabeza propia y decir y actuar en
consecuencia. Pronto yo y los que dirigen nos vamos a morir. Entonces nos
preguntamos ¿Qué pasará con el país? y ¿Qué responsabilidad tenemos? ¿Crees tú
que puedo virarle la espalda a mi realidad
teniendo un medio de expresión? Esto es una obligación más que un
derecho.
Seguimos hablando de cine…¿Qué podría adelantarnos de sus
nuevos proyectos?
La vaca… y otros documentales que pienso hacer sobre el
turismo y el período especial, tienen esto en común: reflexionar sobre lo que
llamo, el presente-pasado, aquello de, “ayer maravilla fui, hoy sombra de mí no
soy”.
El primero es sobre el turismo, uno de los soportes
económicos de la realidad actual de la Isla. El turista, ese ser que se pasea
con un halo de euros en la cabeza y que representa una fuente de ingresos y por tanto una forma de vida para mucha gente. Es una
reflexión sobre el peso que el extranjero ha tenido siempre en la vida de
nuestro país.
El del período especial
me interesa especialmente porque pienso que hay que analizar esta etapa
no sólo desde la óptica de la resistencia heroica numantina del “Socialismo o
Muerte”, de la “Batalla de Ideas” o de las “Marchas del Pueblo Combatiente”, ha
sido también el de la resistencia a realizar los cambios que hoy se imponen
para actualizar el llamado “modelo económico cubano”.
El futuro incierto que hoy vivimos es el resultado de esa
piscina de aguas negras donde los valores que había se han ido pudriendo. Para
cambiar es necesario mirarnos cara a cara con nuestro pasado-presente en un
espejo incómodo que nos haga reflexionar para acumular experiencia de los errores
y no volver a cometerlos.
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