Por Armando Yero La O
¿Esto es en serio, o es un chiste de la redacción? |
Café de la bodega. Esta frase tan familiar para los cubanos
como insólita para quienes no tienen el privilegio de vivir en nuestra isla,
designa a aquel polvillo de color y grosor variables cuyo sabor, una vez
colado, resulta a veces tan indefinido
como sus propios componentes.
Pues bien, ese mismo polvillo que procesado en el hogar
adquiere un sabor tolerable y hasta francamente bueno, se torna tan insulso en
las cafeterías de la red gastronómica que llamarle café constituye un acto de
benevolencia franciscana.
Y claro que nuestras cafeterías han experimentado un cambio
notable en cuanto a higiene y agilidad en el servicio. Pero claro, muy claro es
también el café que sirven a los parroquianos.
Pero vayamos por pasos. De los sucios y malolientes establecimientos
que una vez fueron solo queda el mal recuerdo. Ahora son lugares donde el
viandante puede apurar un café rápidamente sin temor a padecer una súbita
distensión estomacal.
La cafetería Oriente, en la Plaza de la Revolución, es el
mejor ejemplo. De aquellos vasos de color indescifrable, iluminación raquítica
y servicio lamentable, se ha transformado en un lugar agradable, limpio y con
tacitas bonitas, como debía ser.
Otra cafetería, como El Baraguá, en el parquecito de Zenea,
donde en tiempos idos se colaba el mejor café de Bayamo, también es un ejemplo
convincente, y así, podríamos enumerar otras unidades.
Sin embargo, todas mantienen algo en común: el café
propiamente dicho. Sigue teniendo un sabor que ningún paladar, por entrenado
que esté logra definirlo exactamente.
Es cierto que esa aguita no tan oscurita está emparentada
con aquel grano oloroso que sale de nuestras montañas. Pero también es cierto
que una vez servido el parentesco casi desaparece.
De lo que se trata es de no apretar tanto la mano en el
misterioso proceso de la mezcla y darle al café la oportunidad de protagonizar,
por lo menos un poco más dignamente, el honroso papel que por tantos años
desempeñó en el amplio abanico de nuestros productos más preciados.
¿Será posible que podamos tomar un café por lo menos un poco
mejorcito?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario