Por David Rodríguez
El tesoro más preciado de la sociedad cubana es su niñez |
Cada cierto tiempo nos enteramos que en determinado país
ocurren hechos deleznables como la prostitución infantil, un aborrecible delito
que pasa a veces inadvertido para los responsables de evitarlos.
Ningún padre desea que sus hijas o hijos caigan en las
tenebrosas redes de personas inescrupulosas que se dedican a propiciar la explotación
sexual de menores de edad.
Los gobiernos, conocedores de la existencia de estas
manifestaciones delictivas toman drásticas medidas a favor de detener y hacer desaparecer
de sus territorios esas prácticas nocivas.
En Cuba el Gobierno Revolucionario aplica fuertes sanciones penitenciarias
a aquellos individuos que pretendan desarrollar tales prácticas en nuestra
sociedad.
Nadie queda impune ante la evidencia de haber cometido tales
actos pues la ley sanciona a quien lo propicie, incluso a aquellos que se dedican
a fomentar entre los niños tan criminales desviaciones.
Un Estado como el cubano, apegado a los principios que lo
sustentan, no permite posibilidad alguna para esos depredadores de conciencia siempre
queriendo obtener dinero.
Hace pocos días la prensa norteamericana daba espacios a un hecho
aborrecible desde todo punto de vista.
Una niña de 13 años era obligada a prostituirse amenazada de
muerte por sus captores,
En cualquier parte del planeta estos hechos son sancionados
de manera ejemplar debido al daño que ocasionan en las víctimas y en sus familiares.
La noticia de la pequeña norteamericana recorrió el mundo en
poco tiempo y ocupó espacios destacados en periódicos, revistas y estaciones de
radio y televisión.
No hay duda de que ese hecho causó repugnancia entre las
personas decentes del planeta, constituyendo además una especie de alerta para familiares
y autoridades en evitación del mismo.
Con todo lo ocurrido alrededor de esta niña, a nadie le pasó
por la mente endilgarle la culpa por lo sucedido al gobierno del Presidente estadounidense
Barack Obama,
El inquilino de la Casa Blanca no tiene responsabilidad
alguna en ese hecho, cuyos responsables ya están recibiendo el tratamiento que
para estos casos reserva la justicia de Estados Unidos.
He planteado lo anterior, porque diversos medios noticiosos
de la contrarrevolución cubana, en Estados Unidos y Europa, se empeñan en recalcar
que el Gobierno de Cuba alienta el turismo sexual.
Todo eso para tratar de dañar la imagen del país que según
las instituciones internacionales que atienden la infancia, ha erradicado la
desnutrición en ese sector.
Dicen todas esas mentiras sabiendo que en Cuba los niños son
sagrados, protegidos por legislaciones vigentes y por los sentimientos de la población
que sabe de los desvelos para su desarrollo.
Esos medios tergiversan la realidad cubana conociendo que Cuba
tiene la más baja tasa de mortalidad infantil en el continente americano, superior
a dos grandes potencias: Estados Unidos y Canadá.
Pero no solo medios de prensa se suman a esta sucia campaña
de descrédito contra la nación, también algunos nacidos en esta tierra añaden
fábulas y comentarios lesivos a la dignidad humana.
Una de esas voces llega desde Nueva York y pretende dictar
cátedra acerca de la moral, las buenas costumbres, pero acusando al Gobierno de
Cuba de alentar la prostitución infantil.
Si no fuera tan lesiva esa afirmación, originada por una
mujer cuyo pasado dista mucho de lo que pretende denunciar, obviaría por
dejarla a un lado.
Lo hace desde la ciudad de Nueva York, esa mega ciudad donde
convergen personas de todas partes del mundo, lo que reafirma el origen inmigrante
de sus habitantes.
Si bien Nueva York tiene atractivos indiscutibles en los
campos de la cultura, la ciencia, el deporte, la política, también tiene, lamentablemente
puntos rojos precisamente en la práctica de la prostitución. También hay
negativos ejemplos en Los Ángeles, California.
Acerca de estas informaciones podría referirse la damisela
que creyó dejar atrás su historia, que la persigue como su sombra.
Solo una mente podrida puede expresarse de esa manera,
cuando en su niñez aquí recibió las atenciones que los niños cubanos disfrutan desde
el mismo instante en que abren sus ojos.
No hay lujos, ni juguetes de última generación, pero no hay
niños durmiendo en las calles.
No hay lujos ni juguetes de última generación, pero son vacunados
contra disímiles enfermedades de manera gratuita.
No hay lujos ni juguetes de última generación, pero tienen
asegurada la educación desde preescolar hasta el nivel universitario.
Cuba, contra viento, marea y las opiniones de desclasados y desclasadas,
seguirá su rumbo, protegiendo a los niños que son el tesoro más preciado de
nuestra sociedad.
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