Texto y fotos: David Rodríguez CULTURA / Artes Escénicas
Los niños se fascinan con sus actuaciones. |
Lo vemos frecuentemente pasar por las calles de Bayamo con
su atuendo característico, deslizándose sobre sus patines en dirección al Piano
Bar los fines de semana.
Los colores de su ropa de trabajo y el maquillaje propio de
su profesión se erigen en un elemento de belleza adicional a la ciudad que
desde hace muchos años lo acoge como un hijo más.
Mientras va o regresa de sus labores profesionales, va
cantando, con guitarra o sin ella, canciones que pueden ser de su autoría o de
otros con los que tiene afinidad musical.
Es muy alegre este joven que se ha empecinado en ofrecer
felicidad especialmente a los niños pero también a los mayores que se acercan
para disfrutar de sus presentaciones.
No esquiva este encuentro con el periodista, al parecer
estaba esperando este momento para poder hilvanar ideas, proyectos, desafíos y
potencialidades desde el mundo del arte.
Una tórrida tarde bayamesa me dispuse a conversar con él que
ejerce un arte que tiene más de dos mil quinientos años de historia en el
planeta.
Una taza de café contribuyó a desatar las palabras cruzadas
entre el periodista y el entrevistado, que tuvo en su abuelo materno Feliberto,
el primer acercamiento al mundo de la cultura.
Damián Jorge Hernández, jiguanicero nacido en la calle Luz
Caballero de esa ciudad, se bautizó asimismo como el payaso Palitroque, muy
conocido en medios bayameses.
Dice que asumió ese nombre porque en sus años de pequeño
hacían en Jiguaní un pan largo y flaco al que denominaban palitroque y lo tomó
para que siempre lo recordaran.
Su referente en este mundo del clown está inspirado en una
persona a la que llamaba gallego en su tierra natal y que formaba parte de un
grupo de aficionados el teatro.
Un día se enteró de una convocatoria en la capital cubana
para entrar a estudiar arte, pero aprobó la materia teórica pero no la práctica
y regresó a su terruño.
Ya en este, no desistió en su afán de acceder al arte y a
través de una maestra de la antigua escuela de arte Manuel Muñoz, ubicada en lo
que se conoce como La Hacienda, pudo ingresar en la misma.
Quizás en esa época no tenía en mente convertirse en lo que
es hoy, el conocido payaso Palitroque, pues pasó por diferentes grupos de
teatro de Bayamo donde pulió sus conocimientos.
Hablar con Damián es darle la oportunidad para que se
desencadene ese caudal de experiencias que ha acumulado a lo largo de su
carrera.
En la intimidad del hogar |
Pero no olvida nada. Ni a sus compañeros de aquella escuela
de arte, ni a las personas que le ayudaron en el propósito de convertirse en el
artista que hoy tiene su espacio en Bayamo.
“La primera vez que hice de payaso fue como al año de estar
en el grupo de teatro guiñol Pequeño Príncipe, pues había una obra, Cuando vuelas
las mariposas”.
“En ese momento se crean espacios flexibles, como el del
Cabaret Bayam y el de la Plaza de la Revolución, este último llamado La familia
cuenta cuentos”.
“Ahí yo cantaba canciones, cuentos y narraciones orales de
mi autoría y otras historias que buscamos con la utilización de títeres, pero
no era clown aún”
Dice que en ese tiempo seguía viviendo en Jiguaní, lo que
dificultaba su participación en actividades especialmente nocturnas que
terminaban muy tarde, casi en la madrugada.
Le proponen el traslado a Bayamo pero sin la garantía de
vivienda, acepta y comienza a dormir en la sede del grupo de teatro Pequeño
Príncipe.
Posteriormente, al montar la obra Viaje Mágico por parte de
esa agrupación teatral es que realiza su primera actuación como payaso en el
escenario donde solo se observaba acción y movimiento.
En su afán de alcanzar lo más excelso de esta manifestación
del arte, pasó talleres y participó en un evento que se desarrollaba en
Cienfuegos en homenaje al gran Edwin Fernández.
Le pregunto a Damián, ¿qué es un payaso? Se queda pensando
muy seriamente, cierra los ojos, las manos semiabiertas y me dice: “Un payaso
no es más que el otro actor que tiene el actor. Cada actor tiene dentro una
magia, es con esta que sale a la luz. Palitroque es la otra parte de mí y
Damián es otra persona”.
Con los niños en el cabaret Bayam. |
“El payaso es eso, la creación y búsqueda del encuentro de
una personalidad diferente a la propia personalidad”.
A esta altura de la entrevista le pregunto si esta labor
profesionalidad le ha prodigado felicidad. Se ríe y me comenta: “Fíjate si la
vida mía ha estado ligada a mi personaje que una de las fotos de la boda la
hicimos mi novia y yo vestidos de payasos”
“El payaso forma parte también de eso, de ver y encontrar la
más mínima cosa, algo que suceda, atraparla rápido y hacerla un chiste y lograr
que la gente se divierta”.
¿Puede educar un payaso a los niños, adolescentes y mayores
durante sus presentaciones?
“Pienso que sí, siempre trato en mi trabajo de dejar el
detalle de educar pues en este tiempo que vivimos de tanta globalización y de
alguna música chatarra, es importante que eduquemos”.
“Mi personaje Palitroque hace un trabajo de educación, de
llevar a la mentalidad del niño que no es el chiste grotesco, el juego vulgar,
sino el didáctico y educativo lo que debe asimilar y que divierta”.
Ya en el final de la entrevista le pregunto a Damián acerca
del futuro del payaso o del clown como también prefiere llamarlo.
“Pienso que mientras existan niños habrá payasos”.
Vale una aclaración. En Bayamo los centros nocturnos como el Cabaret Bayam y el Piano Bar, funcionan para los niños sábados y domingos por la mañana.
ResponderBorrar