David Rodríguez HISTORIA / Social
La ciudad de Bayamo se ha nutrido, para crecer, no solo del
esfuerzo de los nativos de este territorio, de muchas partes se ha observado la
llegada de otras personas, tanto de la Isla como de otras naciones.
Para bien de la Villa, esas personas llegaron para
contribuir con su esfuerzo a engrandecer esta zona, rica en humildad y rica en
hospitalidad, aspectos bien arraigados en los bayameses.
La ciudad conoció así a unos hombres muy trabajadores, que
se dedicaron siempre a realizar su labor casi en silencio, pero marcando con su
hacer, el aprecio al sitio que los acogió.
Llegaron desde muy lejos, quizás buscando tranquilidad para
sus vidas, pero lo cierto es que dejaron una huella imborrable en la memoria de
cuantas personas los conocieron.
Estamos hablando de la presencia china en Bayamo que durante
muchos años posibilitó ese intercambio extra oficial entre los cubanos de esta
parte de la Isla y ellos, procedentes de Asia.
Esos laboriosos hombres poseían un pedazo de tierra en las
márgenes del rio Bayamo, que mantenían siempre cultivadas, bien atendidas, en
las que los vegetales eran el producto estrella de sus esfuerzos.
Allí mismo se podían adquirir tomates, ajíes, rábanos,
remolachas, zanahorias y otros vegetales ricos en vitaminas, tan necesarias
para la salud humana.
El área estaba contigua al patio de lo que fue el convento
Divina Pastora, más conocido por los bayameses como la exclusiva Escuela de la
Monjas, y en ese terreno ellos daban rienda suelta a sus labores.
Trabajaban de sol a sol, pero eran seres enigmáticos,
siempre en silencio, pero derrochando ejemplo en el arte de mantener esa
parcela de manera muy cuidada y productiva.
Vivían en el sitio y nadie o casi nadie, accedió al lugar
donde pernoctaban, eran muy celosos con lo suyo y no le daban ocasión a persona
alguna para observar su manera de convivencia.
Eso sí, se les recuerda con cariño porque algunos de ellos
salían a las calles a vender sus producciones, entablando diálogos con los
pobladores de la ciudad que apreciaban sus ofertas.
La verdad es que vivieron muchos años en Bayamo, algunos se
movieron luego a otras partes del país y otros fallecieron dejando aquí su
impronta de gente trabajadora, amable y respetuosa.
No se sabe cuántos eran los chinos asentados en Bayamo, pero
lo que sí se conoce es que tejieron una historia singular, interesante y
enaltecedora, que bien vale la pena recordar.
En el transcurso de la vida de la ciudad es bueno reconocer
la presencia de estos seres humanos que llegaron desde tan lejos para plantar
su manera continuada de trabajar para ganarse el pan de todos los días.
Son 500 años de la Villa de San Salvador de Bayamo, por
supuesto que miles de personas han contribuido al desarrollo de esta comunidad
por lo que debemos mencionar entre ellos a los chinos que aquí trabajaron.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario