David Rodríguez
CULTURA / Música
El cantautor dominicano fue ovacionado por el público bayamés |
La del sábado fue una de esas noches en las que se
desearía detener el tiempo para disfrutar aún más de la buena música que seres
humanos maravillosos pueden regalar a un auditorio heterogéneo, pero sincero.
Sucedió en el Teatro Bayamo esa manifestación de la
cultura que es la música, la que llevamos por dentro y que nos eleva
espiritualmente con el noble fin de convertirnos en mejores personas.
Y qué bueno que haya sido un amigo dominicano quien
haya puesto a funcionar sus musas asentadas en un talento indiscutible, el que
nos trajera desde su hermosa tierra esas bachatas de la mente y del corazón.
Víctor Víctor conquistó al público bayamés
desgranando hermosos temas acompañado por virtuosos músicos que hicieron lo
suyo para engrandecer la noche.
Quisqueya tomó a Bayamo esa noche sabatina, lluviosa
y de momento oscura, pero surgió la luz de la Mesita de Noche para iluminar las
almas que abarrotaron el teatro en busca de la aurora que es la música.
El distinguido cantante dedicó su actuación a los
500 años de Bayamo y prometió volver para dejarnos su impronta a través de las
musas y de su fuerte voz cautivando, convenciendo, triunfando.
Lo ocurrido se constituyó en elevada y magistral
presentación en una ciudad cuyos habitantes saben discernir entre lo bueno de
un tema y otro tipo de música que no dice nada pero traiciona las esencias.
No solo fue el acto de escuchar las bachatas que
Víctor ha concebido, también fueron totalmente disfrutables las inspiraciones
de Luis Díaz, ese monumento humano nacido para sembrar felicidad a través de la
música.
El público aceptó con aplausos las versiones de
composiciones de Silvio y Pablo llevadas al tiempo de bachata y que Víctor
interpretó con la audacia de los grandes.
Bayamo creció aún más el sábado último, porque
cuando la música se establece como puente entre las naciones el mundo mejora lo
que permite avizorar que se puede vivir en paz y concordia.
Y si ese puente se establece entre dos naciones
hermanas como Cuba y República Dominicana entonces el corazón se apresura en
sus latidos pues las emociones se alimentan de la savia de la música.
En el peregrinar por el pentagrama vale reconocer la
autenticidad y el talento de los músicos que acompañaron a Víctor Victor:
Ramón, Ordóñez y Joel, trío selecto que elevó la noche a planos estelares con
su virtuosismo.
Hermosa noche la del sábado que parecía presagiar un
diluvio, detenido gracias a la música, la devoción y al amor que cuatro
artistas entregaron para sellar un encuentro que tendrá segundas partes.
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