martes, 23 de abril de 2013

Necrópolis bayamesa, una mirada necesaria a sus valores patrimoniales e históricos



Texto y fotos: Maylenis Oliva Ferrales   HISTORIA / Patrimonio

Sección del cementerio bayamés.
Cercano a los cien años de existencia, el camposanto de la villa de San Salvador de Bayamo se erige como uno de los sitios simbólicos de la ciudad, donde además de encontrase sepultadas prestigiosas personalidades de la localidad y el país, figuran 85 bóvedas de marcado valor patrimonial.

Acompañado de un enigma, una leyenda e importantes antecedentes históricos, el cementerio de Bayamo, ubicado a las afueras de la urbe, acoge después de 95 años de haberse instituido, el primer proyecto de restauración destinado a aquellos monumentos funerarios, cuyo estilo arquitectónico y conjunto escultórico se distinguen por su majestuosidad y alcance artístico.

Sin embargo, este no siempre fue el cementerio de Bayamo, su existencia se debe a condiciones históricas específicas que hicieron de este lugar desde 1918, la Necrópolis municipal que ha llegado hasta nuestros días.

PRIMER CEMENTERIO DE BAYAMO Y CUBA

Los primeros enterramientos en la villa se hicieron en las iglesias tal como establecían las leyes españolas en Cuba, teniendo en cuenta la preferencia del Santo de la persona y la posición en la que deseaban que la colocaran.

No obstante, según apunta Yania Socarrás, investigadora de la Casa de la Nacionalidad, “Bayamo siempre fue una ciudad muy azotada por epidemias y condiciones climatológicas adversas, por lo que morían con frecuencia un gran número de personas.

“Precisamente, agrega la también Licenciada en Historia del Arte, esas condiciones sanitarias conllevaron a que en un momento las iglesias no pudieran continuar con los sepulcros por el grado de hacinamiento de los cadáveres y el hedor dentro de las mismas, a pesar de que Bayamo era una de la villas con más iglesias en la zona.
La investigadora Yania Socarrás devela equívocos y errores
históricos sobre la necrópolis.

“De ahí que se tomara la decisión antes de que fuera aprobado por la Corona española, de realizar los enterramientos a campo abierto y así surge en 1798 el primer cementerio de la ciudad, San Juan Evangelista y el primero de su tipo creado en Cuba, bendecido por la Iglesia católica”.

Desde entonces el cementerio de San Juan devino el principal camposanto de los habitantes de Bayamo, pero el incendio acecido en la ciudad en 1869 destruyó la iglesia a la cual era anexa el panteón, quedando solo en pie el pórtico con el campanario que sería en lo adelante la entrada de la necrópolis.

A pesar de la destrucción que ocasionó el incendio, ya desde una década antes, los pobladores de la villa habían planteado a la alcaldía municipal la necesidad de crear otro camposanto, pues el San Juan tampoco podía seguir realizando sepulturas allí, dada su poca capacidad y las pésimas condiciones constructivas.

ROMPIENDO EL MITO

La tradición oral bayamesa siempre ha transferido de generación en generación la leyenda de que el terreno donde se encuentra ubicado hoy el cementerio fue donado por el abogado Elpidio Estrada y que fue precisamente él el primero en enterrarse allí. Ambas versiones son falsas.

El historiador de la ciudad Ludín Fonseca, en su libro “Bayamo en la modernidad, cementerios y enterramientos” expone que en realidad el terreno era propiedad de Juan de la Vega, otro bayamés.

El historiador Ludín Fonseca asegura que el terreno que
ocupa hoy el cementerio no era de Elpidio Estrada.
La confusión viene dada porque en esa misma época Elpidio se pronunció a favor de donar uno de sus terrenos, pero para la construcción de un hospital, lo cual nunca se materializó, pues murió prematuramente producto a un duelo.

Una de la particularidades con la cual surgió la necrópolis bayamesa fue el hecho de no tener nombre por no estar bautizada ni adherida a ninguna iglesia católica, incluso se inauguraba sin estar concluida, producto a la premura que exigía el cierre del antiguo cementerio San Juan Evangelista, del que hoy solo quedan las ruinas de su pórtico.

Y aunque no aparece recogido en las actas capitulares que se conservan en el Archivo Histórico de la ciudad  la fecha exacta de inauguración del cementerio, Ludín Fonseca estima que el 29 de junio de 1918 se realizara allí el primer enterramiento.

Coincidentemente por aquella época fallecía Elpidio Estrada, pero según reconocen los libros de defunciones del registro civil, la primera persona inhumada fue la niña Juana Bautista de apenas 23 días de nacida y de procedencia humilde.

Esos primeros enterramientos se comenzaron a hacer del tercer campo en adelante, donde estaba estipulado que se colocasen los cadáveres de las personas con menos posibilidades económicas.

“Los  primeros campos en cambio, explica Socarrás, quedaron para las personas adineradas que podían adquirir esos terrenos, pues en un cementerio los solares que están adyacentes a la avenida central (calles laterales) son los que tienen mejor posición visual y por tanto los más costosos”.


Por ello el historiador Ludín Fonseca se planta como hipótesis el hecho de que los restos de Elpidio Estrada fueron trasladaos a la Necrópolis después de que su familia construyera el fastuoso panteón, ubicado en uno de los primeros campos a la entrada del cementerio.

“Quizás fue el primer cadáver de la cúpula bayamesa enterrado en la Necrópolis y esta tomó la fecha como la de la inauguración, pero no fue el primer cadáver inhumado allí”, concluye Ludín en su libro.

LUCROS DEL SIGLO XIX: PATRIMONIOS DEL XXI

En el año 2004 a raíz de un proyecto de investigación liderado por Yania Socarrás, se realizó el primer estudio en la Necrópolis, el cual arrojó 92 bóvedas con valor patrimonial. 7 años después en el 2011, cuando se llevó a cabo la segunda pesquisa solo quedaban 85.

“Esto da la medida de que quizás en la década del 20 y el 30 del siglo pasado existían otras bóvedas con alto valor artístico, pero el descuido, el vandalismo y el desdén hicieron que desparecieran dichos valores, explica Socarras.

“De ahí la importancia de que se mire ahora hacia la Necrópolis para ver lo que aún se puede seguir perdiendo sino se lleva a cabo un trabajo serio y profundo de restauración”.

¿Qué particularidades se tuvieron en cuenta para determinar que esas 85 bóvedas poseen un valor patrimonial?

“Para la realización de esos sepulcros se emplearon materiales costosos como el mármol de carrara, el gris o veteado y el granito que se encargaban a firmas como las de los hermanos Prieto de Santiago de Cuba, la Moltu Robert y Vallejo y en algunos casos como el mármol de carrara era traído de Italia.

“La selección de cada uno de estos materiales era exquisita, además de que en estas bóvedas se pueden encontrar como plano de fondo esculturas a cuerpo entero, de busto o las madonas (muchachas con figuras celestiales), así como el arcángel San Gabriel (quien anuncia la próxima llegada de Jesucristo) y el corazón de Jesús.

“No es solo el hecho de que sean esculturas en mármol lo que le da valor, sino que tengan un acabado perfecto tanto en la estructura como en la terminación, eso eleva el valor artístico de cualquier monumento, además de la longevidad de los mismos.

“Le confiere también la cualidad de sepulcros patrimoniales las personalidades que están enterradas en ellos, como es el caso del General de Brigada José Fernández de Castro, el abogado Elpidio Estrada, el Coronel del Ejército Libertador Benjamín Rondón y figuras del ámbito cultural como los músicos Sindo Garay y Salvador Alarcón, la poetisa María Luisa Milanés y el pedagogo Víctor Montero”.

Una de las ventajas que tuvo la nueva Necrópolis en relación al primer cementerio bayamés fue el logro de una correcta estructuración, por ello sus campos son un notable reflejo de los cambios históricos y los estilos arquitectónicos según las épocas. ¿Cuáles son los estilos más notables y en qué medida influyen en el valor patrimonial de los nichos?

“En la Necrópolis existen tres tipos de estilos arquitectónicos, el eclecticismo, el art decó y el racionalismo.

“El primero responde al momento histórico en el que se creó el cementerio, pues en esa etapa, a inicios del siglo XX estaba en boga el eclecticismo, donde predominan arcos de medio punto, esculturas asociadas a la arquitectura y movimientos ondulatorios.

“Dentro de este estilo la mayor riqueza que tienen algunas de las bóvedas y que es una singularidad en la necrópolis bayamesa, es el hecho de que tienen paredes horadadas, o sea, bloques de mármol que fueron esculpidos con la propia figura de cruces; estas son maravillas de la escultura que no están presentes en ningún otro sitio de Bayamo y sin embargo fueron hechas para el cementerio.
Tumba de Elpidio Estrada, de quien se cree, erróneamente,
fue quien donó el terreno para el camposanto.

“La bóveda de Elpidio Estrada es una de las obras representativas de este estilo, así como la de la familia Domínguez, la capilla de Plana Almiral y otros”.

Sin embargo hay algunas bóvedas y esculturas que también tienen valor patrimonial y no son tan llamativas, ¿se rigen por otros cánones?

“Son las que pertenecen al art decó, que a diferencia del estilo ecléctico utiliza materiales más económicos y fáciles de trabajar, lo que implicaba menos gastos y al final obtener un resultado estético de buen gusto; por ello se popularizó entre las familias menos adineradas.

“Además hubo una ruptura, porque a pesar de que se mantuvo el interés decorativo se comenzó a trabajar la línea recta con la utilización de figuras geométricas, en esas capillas existen bastantes entrantes y salientes con el propósito de ver las diferencias entre las luces y sombras.

“Al igual que con el eclecticismo en la ciudad solo hay alusión al art decó a través de rombos o algunos esquineros y sin embargo, los que hay en el cementerio son exquisitos, incluso hay algunas bóvedas realizadas en granito y en mármol gris.

“El Monumento de los veteranos, es el ejemplo más ilustrativo dentro de la Necrópolis. Está realizado en bronce, mármol gris y blanco, con una escultura muy esbelta y afinada, cuya actitud funeraria tiene gran carga emotiva y es única de su tipo.

“Para la década del 50 aparece el racionalismo, que es un estilo más sobrio, más estrecho con la naturaleza y el ejemplo clásico es el monumento a Víctor Montero en el campo 10, coincidiendo con la parte histórica y artística.

“Por ello se ve una gran relación entre la posición económica de los propietarios y la de los monumentos, porque haber escogido la escultura y la arquitectura, son manifestaciones artísticas que tienen un alto valor”.

En pleno proceso de restauración, la Necrópolis retorna al pasado y regresa para mostrar remozada lo más genuino del patrimonio bayamés de pasados siglos.

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