viernes, 12 de abril de 2019

José Martí Pérez, Mayor General


El 15 de abril de 1895 acontecería para la vida de José Martí un hecho significativo: en atención a los servicios desplegados en la preparación del nuevo conflicto bélico en Cuba, era ascendido al grado de Mayor General del Ejército Libertador.

Esa decisión, llevada a vías de hecho por Máximo Gómez Báez en su condición de General en Jefe, constituía suceso sin precedentes en la lucha recién iniciada. 
  
El Apóstol no tenía experiencia militar y nunca había participado en acciones armadas ni como jefe ni siquiera como simple soldado. ¿Cómo explicar entonces ese ascenso?
  
Al iniciarse la Guerra de los Diez Años, Martí estaba próximo a cumplir los 16 abriles. Aunque no participó de manera directa en las acciones de esta primera campaña de lucha del pueblo cubano, su relación con Rafael María de Mendive lo unieron de manera directa a todo el movimiento conspirativo que se gestaba en La Habana.
  
El exilio, pena por la cual se le conmutó el agobiante y desgastador presidio que cumplía en la cárcel habanera, contribuyó a afianzar ese afán de insatisfacción por el oprobioso régimen de dominación colonial a que era sometido su país.
  
Sus vínculos conspirativos en España y luego su amistad compartida con Juan Gualberto Gómez, así como su implicación en los preparativos de la Guerra Chiquita, le costaría la deportación y sellaría de manera definitiva su compromiso con la Patria.
  
Ya en plena madurez, alejado definitivamente de su tierra, Martí consagró su vida a preparar la nueva contienda que definitivamente le diera la independencia a Cuba.
  
Sus conocimientos militares los adquirió mediante los estudios de las memorias del general estadounidense Ulises Grant, y de las memorias de los próceres latinoamericanos.
  
El contacto con participantes en la Guerra Grande y la publicación de algunos trabajos de quienes habían participado en ella, posibilitaron que comprendiera dónde estaban los errores y cuáles eran las cuestiones esenciales en las cuales debía basarse la futura lucha.
  
Aunque sus señalamientos estuvieron un tanto distantes de cuestiones tácticas en el escenario de las acciones, sus apreciaciones fueron esenciales para que la guerra tuviera mejores resultados.
  
La necesidad de que la contienda durara el menor tiempo posible y lo imprescindible de que los alzamientos se sucedieran de manera simultánea en todo el territorio nacional, así como el hecho de no hacer depender las acciones del exterior sino desde dentro de la Isla, constituyeron significativo aporte martiano.
  
Martí desembarcó en Cuba el 11 de abril de 1895 y apenas cuatro días después ya era Mayor General. Su historial militar no era la de otros generales, sin embargo, su entrega y sacrificio en aras de ver a Cuba libre la hacían merecedor de tan alto rango. (Por Yolanda Díaz Martínez)    

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