Una empresa cubana y una japonesa acordaron hacer una
competencia de remo con ocho hombres cada una. Los dos equipos entrenaron
duramente y el día de la carrera estaban en su mejor forma. Pero los japoneses
vencieron por un kilómetro de ventaja.
Después de la derrota el equipo estaba desanimado. El
Director General decidió que ganarían al año siguiente y creó un equipo de
trabajo para analizar el problema. Después de varios estudios, el grupo
descubrió que los japoneses tenían siete remeros y un capitán. Y los cubanos,
siete capitanes y un remero.
A raíz de eso, el Director General tuvo la brillante idea de
contratar una empresa para analizar la estructura del equipo. Después de largos
meses de trabajo, los especialistas llegaron a la conclusión de que el equipo
tenía más capitanes que remeros. En base al informe de los especialistas, la
empresa decidió cambiar la estructura del equipo. El equipo estaría ahora
formado por cuatro capitanes, dos supervisores, un jefe de supervisores y un
remero.
Se le daría especial atención al remero. Él tendría que ser
el más calificado, motivado y consciente de sus responsabilidades. Al año
siguiente, los japoneses ganaron por dos kilómetros de ventaja. Los dirigentes
de la empresa despidieron al remero por su mal desempeño. A los demás miembros
del equipo les dieron un premio por la gran motivación que intentaron infundir
en el equipo.
Nadie conoce la verdad de esta anécdota mejor que quienes hemos sido siempre remeros. Pero hay que seguir remando, eso sí, estando bien seguros de no remar en la dirección de los directores, supervisores y demás premiados. Feliz fin de año.
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