Texto y foto: Clara Maylín Castillo CULTURA / Artesanía
Sancesario y sus figuras de yarey. |
Del dolor surgen las mejores obras. Todos los artistas lo
saben, aun cuando hayan conseguido expresarse en la felicidad. A Eduardo
Sancesario Batista le llegó ese conocimiento casi a los 60 años, mientras
sufría una de las peores experiencias de su vida.
En 1995 este hombre oriundo de Santiago de Cuba trabajaba en
vía y obra en la entidad ferroviaria de Bayamo. La mala fortuna le visitó el
día que se descarriló su tren. Con una pierna partida, la mitad del pie
perdida, y ninguna esperanza de recuperar físicamente su integridad, Sancesario
fue llevado al Hospital Militar de Holguín, donde estuvo ingresado durante seis
meses.
En medio de la convalecencia, el desespero, los dolores, la
distancia de su realidad, el paciente encontró una opción que cambiaría su existencia:
“Un amigo de Campechuela que estaba ingresado allí me dijo
´Te voy a enseñar cómo se hace una figura´. Cogió unas hojitas de una mata de
coco e hizo una esperanza. Yo lo imité y a partir de ese momento empecé a hacer
mis cositas. Eso me ayudó mucho a superar mi problema.”
Cuando volvió totalmente recuperado a su rutina, Sancesario
combinó el trabajo en el ferrocarril con la artesanía del coco. En esos años
las promotoras culturales del Consejo Popular Francisco Vicente Aguilera
descubrieron su talento y no dudaron en llevarlo a las exposiciones que se
hacían en los alrededores de la Plaza de la Revolución, hasta que lograron
asociarlo a la Casa de la Cultura “20 de Octubre”.
En el 2006 se integró al Proyecto “12 de Enero” de esa
institución, que contaba con una treintena de creadores. Para entonces ya se
dedicaba exclusivamente a la artesanía y había cambiado en su obra las pencas
de coco por un nuevo material: el yarey. La durabilidad de este lo motivó a
elaborar piezas disímiles, desde animales hasta sombreros, anillos y cestas,
que en su totalidad como modelos ascienden a 75.
Aunque el acabado de las piezas evidencia la habilidad del
artesano, lo más llamativo de su obra es la preeminencia de los temas
históricos de Granma, rememorados a través de imágenes como La Demajagua, el
Yate Granma, Cinco Palmas, la Catedral San Salvador de Bayamo y la Plaza de la
Revolución, a un nivel de detalle que incluye la figura de Carlos Manuel de
Céspedes.
Cuando se le pregunta el porqué de esta afición al pasado de
nuestra provincia, Sancesario contesta que no tiene que ver justamente con que
haya combatido en la lucha contra bandidos en la Sierra Maestra, ni con que
guarde en casa la Medalla “50 Aniversario” de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias:
“Esas cosas no las hace nadie aquí; solo yo. Y soy
santiaguero, vine para acá a los 10 años porque mi padre tenía una finca en San
Pablo de Yao. Pero a pesar de mi origen, prefiero a Granma no solo porque me
crié aquí, sino porque esta es la provincia que más tradiciones tiene”.
Las obras de Sancesario han sido exhibidas en eventos como
la Feria de las Flores de Bayamo, la Feria Internacional del Libro, la Feria
Latinoamericana de Artesanía y en
Expocuba, amén de exponerse en Holguín y Sancti Spíritus.
A dichos lugares sus creaciones llegan de paso; pero Bayamo,
la ciudad donde se hizo hombre, tiene el privilegio de contar con su colección
todos los viernes y sábados en el portal de la Casa de la Cultura “20 de
Octubre”. De un peso a 25 en moneda nacional oscilan los precios de sus
trabajos, exceptuando el coche de tradición de Bayamo, que por su complejidad
se puede adquirir por la suma de 50.
Cubanos y sobre todo extranjeros valoran su quehacer,
tomando obras suyas como souvenirs de la visita a esta urbe. La venta no es,
sin embargo, el mayor aliciente de este hombre. Sancesario, a sus setenta y
tantos años, reconoce que este trabajo le “limpia la mente”, que la artesanía
del yarey es en su vida alfa y omega.
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