Por Clara Maylín Castillo CULTURA / Poesía
Luis Carlos Suárez |
“Mis padres no fueron personas ilustradas ni intelectuales;
sin embargo, mi madre conocía la poesía de Heredia”, afirmó el escritor Luis
Carlos Suárez, nostálgico al recordar sus tiempos de infancia y juventud en que
la poesía lograba atraer a gran parte de los lectores.
Con el paso de los años, la televisión y los medios
informáticos han acaparado la atención de la sociedad, desplazando a la
literatura y, sobre todo, al género poético.
Lectores granmenses refieren varias causas de la apatía
hacia esa modalidad literaria: primeramente, la no identificación con gran
parte de los textos poéticos; luego, su habitual carácter ininteligible y, por
último, la falta de tiempo en una vida más dinámica impuesta por la vorágine
social del siglo XXI.
Desdichadamente para los bardos, incluso para la propia
literatura, la poesía es hoy un género estancado en cada una de las librerías
de Granma. Su lento movimiento se aprecia también en la Biblioteca Provincial
1868 de Bayamo, donde en el 2012 solo circularon 66 poemarios de autores
latinoamericanos. La poesía cubana “descolló” con 118 libros prestados y los
volúmenes poéticos del resto de las naciones se quedaron rezagados en la cifra
de 21.
En total fueron solicitados 205 textos, número
insignificante en comparación con la cantidad de libros de poesía, que supera
los mil en la institución.
Un equipo de investigación liderado por Teófila Assea, Jefa
del Departamento de Atención al Público en el centro, se dio a la tarea de
estudiar el fenómeno con usuarios que acuden sistemáticamente a la sala de
literatura.
En cuanto a los resultados de la investigación, Assea
subrayó las reiteradas manifestaciones de los entrevistados acerca del estudio
exclusivo de los clásicos en los programas docentes, hecho determinante de que
no tengan referentes de la poesía contemporánea.
Tras indagar con distintos tipos de lectores hallé un factor
común en sus criterios: el hermetismo de la poesía actual es el factor que más
los espanta. Ante tal situación muchos literatos se muestran indiferentes. El autor del poemario El regreso del
guerrero, en cambio, expresó su preocupación:
“A mí sí me interesa comunicarme con mis lectores. He visto
que a las actividades literarias acudimos las mismas personas. No sé si esto
que está pasando con la poesía tendrá una solución, pero sí creo que existen
muy buenos poetas y que hoy no solamente hay que decirle a la gente ‘lee
poesía’. A la gente hay que enseñarle a leer poesía”.
De acuerdo con la poetisa granmense Amarilis Terga, autora
de El sueño de hetaira, la solución de esta problemática radicará en la
aplicación de la política sociocultural de una forma más amplia y no
formalista, no repetitiva. Dicha estrategia debe partir de un trabajo de mesa
serio, donde participen especialistas de la comunicación cultural y un equipo
de creadores del territorio en función de escribir reseñas, notas, de activar
plataformas interactivas, de hacer que la promoción llegue a diferentes
públicos y de apostar por la autenticidad de los eventos.
Con independencia de las fisuras en el campo promocional,
hoy se plantea la necesidad de que el poeta atraiga a sus lectores. Sobre esta
posible solución comentó el literato Alejandro Ponce, autor de Las Calmas
aparentes:
“De un tiempo a esta parte se está pidiendo que los autores
salgan a la búsqueda de sus lectores. Yo no creo que esa misión sea nuestra. Si
no existe un lector, no depende un ciento por ciento de los autores. La poesía
es un género difícil. Llegar a descifrar ese misterio que de alguna manera
devela el poeta en sus poemas, ocultándolo, es mucho más difícil para el
lector. Creo que hay un lector que no está preparado. En mi caso me conformo
con que dos docenas de personas me lean, mis amigos. Eso para mí es
suficiente”.
Indiscutiblemente, los medios de difusión masiva y los
nuevos métodos de enseñanza han llevado a la sociedad a una adicción por el
facilismo. Sin embargo, es notoria también la introversión de gran parte de los
poetas a la hora de concebir sus obras. A mi juicio, la solución del problema
estaría en una auténtica línea promocional, en una mayor preparación desde las
escuelas y en que, sin mellar la calidad, cada autor recuerde que la poesía,
sobre todas las cosas, es un acto de comunicación.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario