Lic. Isolda Martínez Carbonell HISTORIA / Próceres
La muerte de Francisco Vicente Aguilera y Tamayo en New
York, el 22 de febrero de 1877, fue un hecho que conmovió el corazón de los que
conocieron su bondad, sencillez y profunda vocación independentista.
Se desempeñaba como vicepresidente de la República en Armas
cuando en 1871 Carlos Manuel de Céspedes lo designó para que partiera hacia la
emigración a unir los diferentes centros revolucionarios y hacer llegar
expediciones que abastecieran de logística a las tropas del Ejército
Libertador.
En medio de su labor un cáncer atacó su garganta, hasta que
lo llevó a la tumba. El cadáver fue tendido en el Salón del Gobernador del
ayuntamiento de New York, en capilla ardiente. Presidió la fachada del edificio
la bandera de los Estados Unidos, el pabellón de la ciudad de New York y la
enseña de Cuba Libre, a media asta, en señal de profundo duelo.
El 26 de febrero de 1877 los restos del eximio fueron
depositados en el cementerio de Marble. Aquí reposaron hasta el 5 de diciembre
de 1883, cuando una comisión integrada por Pedro Iraola, Néstor Ponce de León y
José Joaquín Palma, invitado por Eduardo Codina a nombre de Ana Kindelán, viuda
de Aguilera, procedió a abrir la bóveda. Era un sarcófago de hierro con una
plancha de plata.
Instaurada la República en Cuba, el alcalde de Bayamo,
Manuel Plana Rodríguez del Rey, se dirigió al presidente de la nación, el 18 de
octubre de 1909, en nombre del pueblo bayamés, para pedir el traslado de
Francisco Vicente Aguilera, cuyos restos descansaban en el extranjero.
En la misiva se instaba a otorgar financiamiento para
construir un mausoleo, así como unir Bayamo con Manzanillo por la vía
ferroviaria y que el tren fuera el portador de los restos. En medio del
proceso, Plana le comunicó a Eduardo Codina, residente en la provincia de
Santiago de Cuba, que era necesario ir preparando el recibimiento de los restos
de Aguilera, y su conservación en un lugar apropiado hasta que se erigiera el
mausoleo.
Temporalmente reposarían en la tumba de la familia del
patriota, por eso visitó el cementerio San Juan para comprobar el estado de
conservación del panteón, el que se encontraba en malas condiciones, debido a
su abandono. Le solicitaba que lo informara a los familiares del
revolucionario, residentes en la capital de la provincia, ofreciéndose para
atender y dirigir la reparación.
Ante esta decisión, los hijos de Aguilera le agradecieron a
Manuel Sanguily, secretario de estado la disposición del gobierno de trasladar
los restos de su padre para la ciudad natal.
Para garantizar el recibimiento en la ciudad, Plana citó a
una sesión extraordinaria con los miembros del ayuntamiento y las
personalidades de la localidad para precisar los detalles del ceremonial.
Como prueba de afecto, los vecinos de Bayamo, convocados por
el alcalde, se congregaron en la sala capitular del ayuntamiento para
intercambiar impresiones acerca del ceremonial. Plana abogó por que los
bayameses tuviesen especial empeño en el esplendor patriótico que debía
desplegarse al llegar los sagrados restos.
Una ley dictada el 28 de febrero de 1910 ordenaba el
traslado de los restos de Aguilera de Nueva York a Bayamo. La entrega de estos
se efectuó el 28 de septiembre de 1910 en el salón de sesiones de la Casa
Capitular en Nueva York, por parte del alcalde de esta ciudad a una comisión
nombrada por el ejecutivo de la nación cubana.
Los restos mortales del noble cubano se encontraban en una
caja de metal, que contenía otra de madera. Se cedieron, además, tres banderas
que fueron colocadas sobre el féretro cuando se puso en capilla ardiente en
1878: una modelo de la que se enarboló al iniciar la lucha independentista
hacía 42 años y cuyo aniversario se conmemoraba con tan benévolo
acontecimiento; la bandera modelo de la nación norteamericana y la bandera
nacional.
El 10 de octubre de 1910 se cumplió la aspiración de los
bayameses: arribaron los restos del patriota a la ciudad que lo vio nacer.
Durante el trayecto varios ayuntamientos le rindieron tributo, cubriendo la
urna de coronas.
Los restos llegaron a Bayamo en un tren especial que hizo el
viaje directo desde La Habana. Vinieron acompañados por el bayamés Miguel del
Risco Álvarez y una representación de alto nivel. Fueron llevados a la Casa
Capitular y el pueblo le rindió honores. Junto a ellos llegó una carta de felicitación
del presidente de la República al pueblo de Bayamo por ser depositarios de los
restos.
Las reliquias fueron depositadas, ese mismo día, en el
cementerio de San Juan, en el panteón de la familia Aguilera y entregadas al
alcalde municipal, Manuel Plana. Todo parece indicar que se responsabilizó con
la custodia al ejecutivo municipal de Bayamo, pues los familiares del patriota
no residían en la ciudad.
El 10 de octubre de 1940, los bayameses despertaron
ansiosos. Se conmemoraba el aniversario 72
del inicio de las luchas por la independencia, hecho en el que Francisco
Vicente Aguilera había sido el principal organizador. Parecía que el homenaje
al patriota, en esta justa fecha, coincidiría con una indigna y desacreditadora
acción para el pueblo bayamés, pues sus familiares exigían el traslado de los
restos de Aguilera para el cementerio Santa Ifigenia de Santiago de Cuba.
Existía tensión y disgusto en el pueblo. Se habían creado
las condiciones para ejecutar el traslado y se dispuso una comisión integrada
por representantes del presidente de la República, el senado, la Cámara de
Representantes, el gobierno, el Consejo Provincial de Oriente, el Centro de
Veteranos de Santiago de Cuba, varios miembros de la Policía Secreta, los
Servicios de Inteligencia y el Ejército, encabezados por el coronel jefe de la
provincia oriental. Al llegar a la tumba, la comisión encontró los ladrillos
removidos y una sorpresa excepcional: habían desaparecido los restos de
Aguilera.
A partir de esos momentos varios periódicos del país
comenzaron a especular acerca del hecho, manifestaban que en horas de la
madrugada de ese día personas desconocidas profanaron la tumba del patriota y
secuestraron sus restos. Se buscaban a los autores quienes recibirían todo el
peso de la ley.
El periodista bayamés Manuel R. del Risco Álvarez, quien
tuvo el honor de trasladar los restos de Aguilera desde La Habana hasta Bayamo,
estuvo vinculado a la sustracción. Justificó su proceder argumentando que:
“[...] aquello no fue un secuestro, sino un rescate. Nosotros lo que hicimos
fue rescatar los restos de Aguilera de la abandonada tumba en que estaban, con
el propósito de que no se los llevaran de Bayamo y los trasladaran para un
lugar donde estuvieran mejor cuidados”. Aseguró que lo acompañaron dos
personas: Emilio Garcés, también periodista e incansable luchador a favor del
bienestar de Bayamo y un jamaicano que trabajaba como portero en el hospital
General Milanés al que todos conocían por Charles. Este había sido escogido por
su discreción y fortaleza física.
Después de materializado el rescate se dieron cuenta que
habían dejado una huella. A Emilio se le había quedado su sombrero, con unos
papeles dentro de la badana en el cementerio. Ante esa situación, decidieron
decir lo que habían hecho al comandante Felipe Elías Thumas, presidente del
Centro de Veteranos. Este convocó a todas las instituciones para una reunión
urgente en el cuartel de la Guardia Rural, Carlos Manuel de Céspedes e informó
que los restos de Aguilera estaban en poder de los bayameses y estos no
permitirían que se los llevara.
El Centro de Veteranos, el Comité Pro Reconstrucción de
Bayamo y el Círculo de la Prensa respaldaban esa actitud. En la reunión se tomó
el acuerdo de que los restos se entregaran al Centro de Veteranos y al Centro
Pro Reconstrucción y fueran llevados al panteón de la institución. Las
reliquias, en un féretro, y cubiertas con la bandera nacional y la de Céspedes,
fueron ubicadas en el panteón de los Veteranos de la Independencia en la
necrópolis. Su traslado fue en un armón de artillería. Se dice que más de diez
mil personas participaron en la peregrinación, encabezadas por la Banda
Municipal y la Banda del Estado Mayor del Ejército.
Aún los bayameses no se encontraban satisfechos con el lugar
donde reposaban los restos de Aguilera. La Cámara Municipal por unanimidad
acordó manifestar al Consejo Provincial de Oriente la gratitud del pueblo de
Bayamo por la ofrenda dedicada al hijo que generosamente supo servir siempre a
la libertad de su patria. De igual forma se insertó un escrito del Consejo
donde informaba que el traslado de la figura alegórica se realizaría cuando
fuera aprobado el presupuesto extraordinario y que estuvieran consignados los
gastos de transporte. El 8 de julio de 1914, se efectuó, sin ceremonia alguna,
la entrega del monumento al alcalde municipal de Bayamo, Olimpo Fonseca.
Las gestiones para construir el mausoleo concluyeron en 1958
cuando desempeñaba la función de alcalde de Bayamo, Blas Elías Thumas. El 13 de
febrero de este año le dio a conocer a la Cámara Municipal la donación de 25
000 pesos efectuada por el presidente de la República, Fulgencio Batista, para
la erección de un mausoleo, a la memoria del insigne bayamés Francisco Vicente
Aguilera y otros héroes de la Guerra del 68, y que llevaría por nombre Retablo
de los Héroes. Se planificó su emplazamiento en el lugar donde existió el
antiguo cementerio de San Juan, a un costo de 32 000 pesos, según proyecto de
Sergio López Mesa. El propósito quedaba claro: rendirle tributo a los
forjadores de la nación cubana, pero además, contribuir al embellecimiento de
la cuidad de Bayamo.
Retablo de los Héroes, mausoleo donde reposan los restos del patricio bayamés |
En esta situación se
recibió, desde la ciudad de Nueva York, una resolución enviada por el alcalde
de dicha ciudad donde informaba que establecía el Día de Aguilera.
Ante la generosa decisión, el club de Leones de Bayamo, en
sesión plenaria celebrada el día 9 de marzo acordó otorgar un Diploma de Honor
al alcalde de Nueva York, en testimonio de reconocimiento y alta consideración
por su decreto. Blas Elías Thumas, alcalde de Bayamo, correspondiendo a la
decisión del gobierno de Nueva York, le concedió a Robert F. Wagner, alcalde de
dicha ciudad, el título de Amigo Predilecto de Bayamo.
La fecha exacta de la inauguración del Retablo de los Héroes
no se ha podido localizar, no obstante el 30 de junio de 1958 se aprueba por la
Cámara Municipal de Bayamo un presupuesto extraordinario para su
embellecimiento e iluminación. Partimos de la hipótesis de que su inauguración
se realizó el 22 de junio, aniversario 137 de su natalicio, pero que debido a
la situación política que existía en el país se le dio escasa divulgación. Esto
no era un momento que pudiera ser utilizada para festejar o vanagloriarse los
gobiernos de la república mediatizada en Bayamo.
El Retablo de los Héroes se encuentra ubicado en la calle
José Martí, entre Amado Estévez y Augusto Márquez y es el máximo exponente del
conjunto escultórico que existe en la Plaza San Juan formado, además, por el
pórtico del cementerio de San Juan, primero al aire libre inaugurado en Cuba,
el mausoleo a José Joaquín Palma y la tarja que señala el lugar donde nació
Manuel del Socorro Rodríguez. Los restos de Aguilera descansan en la base del
monumento con la intención de que su presencia perdure en el recuerdo de todas
las generaciones de cubanos y extranjeros que acá lleguen.
Este es muy buen artículo y una forma bien elevada de darle dignidad a nuestra historia y a nuestros héroes.
ResponderBorrarMuchas gracias a todos y al autor.