miércoles, 29 de octubre de 2014

Entrega y amor a cambio de una sonrisa



Cuando la sensibilidad se les escurre del alma a quienes deben arroparlos con su amor; cuando la necesidad lo impone; o cuando ya la soledad es perenne y la vitalidad comienza a agrietarse, entonces el Hogar de Ancianos “Lidia Doce”, de Bayamo, se hace luz para cientos de personas de la tercera edad.

Mailenys Oliva Ferrales

Fotos: Rafael Martínez

La naturaleza le negó la posibilidad de tener hijos. Nunca previó cómo sería el final del camino y los años hicieron lo suyo. Ahora ronda cerca de las ocho décadas de vida, pero no se siente sola. Una familia inesperada, inmensa y muy especial le ha vuelto a regalar la vida.

Así lo confesó  a Radio Bayamo Digital la anciana Delfina Zoila Echavarría, de 77 años de edad, quien en apenas 12 meses de convivencia en el Hogar de Ancianos “Lidia Doce”, de Bayamo, ha vuelto a recuperar su sonrisa.

Delfina Zoila Echavarría
“Yo estaba muy sola y los médicos de familia me aconsejaban que viniera para el Hogar de Ancianos y aquí he encontrado todo lo que necesito: medicamentos y comida a tiempo, médicos, asistentes y enfermeras maravillosas, a quienes les he cogido mucho cariño. En este año también he hecho amigos y siento que tengo una nueva familia”.

Junto a Delfina otros 143 abuelos integran esta singular institución asistencial. De ellos 38 lo hacen de forma semi-interna (solo acuden al hogar durante el día), mientras más de un centenar viven, sueñan, se fortalecen y hasta enamoran en sus amplios locales.

LONGEVIDAD EN CUBA, ¿UN RETO PARA LA FAMILIA?

Según estadísticas recientes más del 17 por ciento de la población cubana supera los 60 años de edad y se espera que esta cifra se duplique para el 2030. Ante esta indetenible realidad el Estado cubano busca nuevas estrategias encaminadas a fortalecer el programa de atención al adulto mayor, prioritario dentro del sistema de salud pública.

En este sentido desempeñan un rol significativo los Hogares de Ancianos, instituciones donde no solo encuentran asilo, sino también afecto aquellos abuelos y abuelas que por diferentes causas llegan hasta ellos.

Los abuelitos descansan plácidamente en una de las amplias terrazas del Hogar
Y es que asumir en casa las responsabilidades y complejidades que traen aparejadas consigo el arribo de un familiar a la tercera edad se convierte para no pocos en un reto. En muchos casos los ancianos están incapacitados para valerse por sí solos, por lo que el Hogar es entonces la mejor opción para hijos o familiares trabajadores.

A otros, en cambio, pasados los 60 abriles las canas y arrugas los sorprenden solos (sin familia) con una vitalidad que comienza a agrietarse. Sin embargo, tampoco faltan los primogénitos cuya sensibilidad se les escurre del alma y se desprenden con facilidad de la obligación que por deber moral les corresponde para con sus padres.

En Bayamo el Hogar de Ancianos “Lidia Doce” atesora en sus más de tres décadas de trabajo historias que así lo confirman. Fundada el 5 de julio de 1979 esta institución ha sido desde entonces  y hasta la fecha “luz” y no sombra para cientos de abuelos granmenses.

VIVENCIAS EN UN “HOGAR ATÍPICO”

Un equipo multidisciplinario compuesto por 216 trabajadores entre los que se incluyen una Geriatra, un Psicólogo, una Fisiatra, un Podólogo, 69 enfermeras, cerca de 45 asistentes, nutricionistas, especialistas en rehabilitación y personal de apoyo garantiza cada día la atención de los abuelos en su singular hogar.

Doctor Wildo Pérez Rodríguez, director del Hogar
Según explica Wildo Pérez Rodríguez, director de la institución, aunque el Lidia Doce tiene carácter municipal da cobertura a otros municipios como Jiguaní, Guisa y Buey Arriba y en ella los ancianos están divididos en dos plantas.

“En la tercera planta están los que son válidos, o sea, los que pueden realizar actividades como bañarse, caminar y alimentarse, mientras en la segunda están los no válidos, aquellos que tienen alguna discapacidad que les imposibilita hacer alguna o todas las actividades de la vida diaria. En esa situación se encuentran los inválidos, los ciegos, con déficit motor y los que tienen demencia senil, entre otras patologías”, señala Pérez Rodríguez, quien añade:

“Un tercer servicio es el de Hogar de día destinado a aquellos abuelos que pueden valerse por sí mismos, quienes son recogidos en un punto por las mañanas, realizan todas las actividades del centro y luego en la tarde retornan a sus casas. También tenemos asociados a otros siete abuelos a la Casa de los Combatientes”, agrega.

Quienes optan por el hogar reciben en él una alimentación reforzada con alimentos básicos y meriendas, además de ejercicios matutinos, rehabilitación, consultas con especialistas, horarios de recreación, actividades colaterales con la terapista ocupacional y la trabajadora social y visitas frecuentes de promotores culturales, entre otras opciones.

Bajo la atenta mirada de la doctora Niria Zaldívar, los ancianos reciben tratamiento especializado en su rehabilitación
“Aquí han llegado abuelitos que apenas se alimentaban en sus casas porque vivían solos y las condiciones económicas no eran las mejores o porque sus familias se desentendían de ellos y en esta institución han encontrado una casa y hasta una nueva familia; incluso muchos de ellos llevan más de 15 años con nosotros”, apunta la Doctora Niria Zaldívar Suárez, fisiatra que atiende la rehabilitación y asistencia médica de los abuelos.

“Claro, la adaptación no es igual para todos, para algunos ha sido más compleja porque han sido traídos engañados u obligados por sus hijos y en esos casos carentes de afecto es preciso la intervención de un psicólogo que los atienda”, añade Zaldívar Suárez.

Por su parte, la Licenciada en Enfermería Ángela Izquierdo Gutiérrez, jefa de la segunda planta comenta a partir de sus 19 años de experiencia laboral que para trabajar en un hogar de este tipo se necesita tener una sensibilidad muy grande y valores como el humanismo y la responsabilidad, “fundamentalmente en esta área que es la más compleja por lo que exige de nosotros mucha entrega, amor y profesionalidad”.

Bajo estos mismos preceptos se comienza a entrenar Lianet Antúnez Martínez, enfermera recién graduada, quien señala que el Hogar ha sido una nueva escuela para ella donde ha aprendido que no basta con ser una buena profesional; “también es necesario tener amor, conciencia y paciencia para entender los caprichos y hábitos de nuestros abuelitos”.

DE AMORES, CALIDAD DE VIDA Y OTRAS SORPRESAS

Al llegar al Hogar muchos abuelitos no sospechan las sorpresas que en él pueden encontrar. Duda, temor al cambio en sus modos de vida o recelo ante la realidad de convivir con tantas personas suelen ser algunas de las preocupaciones que los acechan en sus primeros días.

El Hogar dispone de habitaciones matrimoniales para garantizar la privacidad y la tranquilidad de las parejas
Sin embargo, ancianos como José y Roberta, un matrimonio de varios años ha encontrado aquí su felicidad. “Desde que llegamos nos dieron un cuarto para nosotros solos, algo que nunca esperamos encontrar”, dice José mientras muestra orgulloso su habitación matrimonial. Digna y José, en cambio, se conocieron aquí y ya llevan juntos cuatro años de relación en uno de los 5 cuartos para matrimonios con los que cuenta la institución, donde se han casado legalmente varias parejas.

Tampoco Ulises Darío González, quien fuera alcohólico y deambulante esperó recibir una atención tan esmerada. “Yo no diría que esto es un hogar de ancianos, sino un círculo infantil, porque aquí nos tratan como si fuéramos niños. Nos cuidan tanto, que de noche, siento que encienden la luz y es para ver cómo estamos durmiendo, si estamos vivos y eso causa mucha satisfacción, conforta el alma y alimenta la vida espiritual de la persona.

“Aquí las asistentes hacen el papel de esposa, de madre y de amigas. La doctora Zoila, por ejemplo, siempre está al tanto que no suba la escalera, que utilice el ascensor, porque yo soy cardiópata y esa atención no la había recibido en la calle, y en solo cuatro meses de estar en el Hogar siento que he levantado mi autoestima y que soy feliz”.

Sorprende y asombra la lucidez y lozanía de este hombre que ya tiene 109 años de edad
No menos sorprenderte resulta encontrar al bayamés Antonio Rodríguez Cruz, quien ha arribado a sus 109 años de edad con una lucidez y fortaleza envidiables. Tras 12 años en el Hogar revela que haber logrado mantener esa calidad de vida depende en gran medida de la alimentación, los ejercicios y los cuidados recibidos en el Hogar, “donde me han tratado como si fuera hijo de los trabajadores, por eso me siento bien y quiero a las enfermeras”.

Doctora Zoila M. Reyes Trujillo
Alguien muy cercana a las vivencias de los ancianos es la Doctora Zoila María Reyes Trujillo, especialista en Geriatría y Gerontología, quien señala que aun cuando esta es una labor compleja debido a las enfermedades, diferentes características y personalidades de los abuelos, “es difícil no llegar a quererlos, porque más allá de lo profesional nosotros nos compenetramos tanto con ellos que los sentimos como parte de nuestra familia; de hecho la relación llega a ser tan estrecha que conocemos sus gustos, preferencias e insatisfacciones y por supuesto, intentamos llenarles esos vacíos afectivos que tienen.

“Cuando uno de ellos fallece nos conmociona a todos, por lo que tratamos de hacerles más llevaderos sus últimos años de vida concediéndoles hasta caprichos, porque por ejemplo, lo que está planificado es la celebración de los cumpleaños colectivos de manera trimestral, pero algunos son muy sensibles y el día de su cumpleaños hay que hacerles algún motivito o traerle un regalito entre todos los trabajadores”, significa Reyes Trujillo.

UNA VIDA DIGNA

Garantizar una estancia confortable, tranquila y saludable a los ancianos constituye la razón de ser de este Hogar. No obstante, durante un largo periodo sus condiciones de vida se vieron afectadas por limitaciones económicas. Hoy la realidad es otra

Al respecto señala Pérez Rodríguez, “la institución ha recibido durante este año 105 balances nuevos y 20 ventiladores que fueron colocados en los cuartos, además de que se ha trabajado en el completamiento de los herrajes de los baños y su mantenimiento y se ha potencializado la alimentación y el avituallamiento, pero aún nos falta terminar una parte constructiva del centro y ejecutar la realización de un drenaje pluvial.

“El transporte también nos había golpeado durante un largo tiempo, pero a partir de la contratación establecida con la base de ómnibus se ha logrado una estabilidad en el último trimestre, esencialmente para los ancianos que reciben el servicio de Hogar de día”. 

Lo más importante del trabajo aquí es el bienestar de
los ancianos
“Hoy el costo promedio de estancia diaria de un abuelo es de alrededor de 60 pesos y esa es la cantidad que ellos abonan a la institución de forma mensual, es decir, que prácticamente es un pago simbólico en relación a los servicios que reciben, pues el Estado asume su alimentación, aseo, atención médica especializada y medicamentos”, aclara.

“Nuestra misión está encaminada además, apunta Pérez, a lograr que cada trabajador comprenda que lo más importante para nosotros es ese anciano, que existimos como institución gracias a ellos y que todo lo que hagamos tiene que estar dirigido a su bienestar y a tener una vida digna. La idea, por tanto, será siempre que vean al Hogar como a su verdadera casa y a nosotros, los trabajadores, como a su familia”. 

A cambio de tanta entrega y amor estos profesionales solo piden una sonrisa.

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