Clara Maylín Castillo
GASTRONOMÍA / Servicios
El Café Serrano es una de las unidades gastronómicas más visitadas de la ciudad por su buen servicio. |
Cuando por primera vez probé el café con crema del Café
Serrano, en una visita a Bayamo en marzo de 2009, supe que ese producto sería
para mí la singularidad más atractiva de la urbe. Efectivamente, tras un lapso
de cuatro años, esa oferta se mantiene entre las preferencias de mi paladar,
como una propuesta única en la ciudad, aun cuando no se le puede reconocer un
mismo grado de calidad todos los días.
Cada ser humano tiene sus predilecciones; por tanto, no
puedo afirmar que otros asimilan de igual forma la experiencia, sin embargo,
puedo asegurar que no pocos lugareños y foráneos aprecian las infusiones que se
preparan en la instalación. Basta con observar el local lleno en cualquier
momento del día, las colas que incluso se extienden hasta el parque aledaño a
altas horas de la noche, los cientos de personas que llegan allí en cada
jornada, algunos seducidos por sugerencias ajenas, pero la mayoría atraídos por
una especie de magnetismo que ejerce el lugar.
La seducción puede partir de la gama de opciones que va
desde el café express y el carretero hasta los que incluyen bizcocho, queso,
crema, leche, licor, y en un peldaño superior de complejidad, la especialidad
del establecimiento, el café serrano, una suerte de coctel preparado con café, crema, licor y azúcar.
Para mayor beneficio de los clientes, los precios no tienen
nada que ver con los de locales parecidos de otras provincias del país, como el
ubicado en la Terminal de Ómnibus de La Habana, donde un café con leche, aun
algo insípido, cuesta cinco pesos en moneda nacional. Aquí los precios oscilan
entre los 20 centavos y los tres pesos, hecho que concede a la cafetería el
privilegio de figurar como una de las escasas instalaciones gastronómicas del
Estado que combinan tres méritos: confort, la autenticidad de las ofertas y la
afluencia habitual de personas de cualquier clase social.
Aquí se desgusta el mejor café de Bayamo. |
Hablando del confort, me parece válido especificar la
conservación de un mobiliario reluciente; la cristalería que permite contemplar
el paisaje citadino; acondicionadores de aire; la vajilla incólume, dígase
tazas, vasos, cucharas, azucareras, copas y platillos, y hasta periódicos
disponibles para la lectura mientras se paladea el café: un plan perfecto para
el deleite de la población, de ahí que no me sorprende haya surgido el 13 de
diciembre de 2006, en la época dorada de Bayamo, cuando el entonces Primer
Secretario del Partido Comunista de Cuba en Granma, Lázaro Expósito, inauguró
esta y otras obras como la cremería La Luz y el Piano Bar.
Los 60 kg de café puro que llegan cada semana desde Santiago
de Cuba son suficientes para que los consumidores queden satisfechos del
servicio que reciben. El reclamo que cualquiera de ellos podría hacer me parece
estaría relacionado con la necesidad de mantener la calidad (la homogeneidad
laboral de los dos turnos), y con la conveniencia de que los meseros informen a
cada cliente acerca de las ofertas en pie. Por lo demás el funcionamiento del
Café Serrano en su sección de infusiones me parece digno de alabanza. He allí
un reducto de lo que fue esta ciudad en sus días de gloria.
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