David Rodríguez CULTURA / Música
El joven pianista de origen campesino Manuel de Jesús es la expresión viva de una cultura inclusiva |
La cultura es una de las herramientas más importantes conque
la ciudad de Bayamo cuenta hoy, cuando el paso de los días la llevan a su
aniversario 500 en noviembre próximo.
Mientras una caterva muy pequeña de asalariados cubanos,
empleados del Gobierno de Estados Unidos se pasea por el mundo denigrando de su
pueblo, artistas de esta zona se empeñan en afianzar aún más las raíces de
nuestra cultura.
Una muestra de esa realidad se puso de manifiesto en los
jardines de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) en Granma,
durante la peña La Noche del Bolero.
Este espacio, liderado por ese prestigioso músico que
responde al nombre de Orlando Quesada Arévalo, (Guapachá), es una fortaleza de
la cultura granmense y cubana.
Nada más estimulante que ver a este gladiador de sueños,
superando dificultades, atando cabos, organizando esa velada destinada a la
felicidad de sus compatriotas.
El primer jueves de cada mes, la música, la poesía, la danza,
las artes plásticas, pueden encontrar un sitio donde se reconoce al hombre, a
la mujer que distingue a la cultura.
En ese bello espacio convergen artistas de trayectoria
destacada, pero también los bisoños, que
comienzan a mostrar aptitudes y talento en las manifestaciones
culturales que ejercen.
Así sucedió con la presentación del Cuarteto Entre Cuerdas,
hermosas mujeres amantes de la buena música que interpretan a través de
guitarra, laúd y tres.
Cuarteto Entre Cuerdas, integrado por hermosas muchachas bayamesas |
El tiempo transcurría y el escenario iba ocupándose por otros
artistas como Dayana Batista cantando, acompañada por Luis Millet, piezas del
hermoso cancionero cubano.
Una de las atracciones de la noche se produjo con la
actuación de alumnos de la Escuela Provincial de Arte Manuel Muñoz Cedeño de
Bayamo.
Estos, ya adolescentes se presentaron integrando un grupo
basado en las raíces del jazz, esa maravillosa expresión musical que nos
legaron los negros de Nueva Orleans.
En el piano, un joven procedente de las montañas de la
Sierra Maestra, municipio de Bartolomé Masó, de nombre Manuel de Jesús,
expresión viva del ejercicio permanente de inclusión de la sociedad cubana.
Él y sus compañeros, regalaron piezas musicales cubanas y
extranjeras, hecho solo posible gracias al sistema social imperante en la Isla.
No faltó esa representación de la música de los campos en la
persona de Aníbal Licea, siempre presente en esta peña de la UNEAC de Bayamo.
Como colofón, la presencia de un grupo muy estimado en
Bayamo, encabezado por Santiago Silva, quien desde las teclas de su acordeón se
complace haciendo buena música.
Culminó así otro buen momento de la cultura en Granma, en el
que se paseó la música como reina indiscutible de la noche, reafirmándose como
una herramienta eficaz y necesaria.
Paradójicamente,
otros nacidos en esta Isla y con objetivos muy diferentes, se proponían
desde otras latitudes, destruir estos sueños, esta manera de amar a la patria
desde el Olimpo de la cultura
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