martes, 19 de marzo de 2013

Vivir la gastronomía



Texto y foto: Clara Maylín Castillo

Miguel en plena faena diaria
El contacto directo con el cliente, la sonrisa siempre a flor de labios aun en los momentos más oscuros, su diligencia en cada minuto de servicio y, ante todo, la exigencia personal de ver salir al consumidor satisfecho de su atención, han hilvanado alegrías en la vida laboral de Miguel Ramos Zamora, como su condición de Vanguardia y mejor trabajador de la pizzería Nápoles, de Bayamo, haciéndole constatar en los últimos 41 años que no se equivocó al decidir canalizar su sacrificio en el sector de la gastronomía.

Actualmente Ramos Zamora es el obrero más antiguo de la unidad y se desempeña como capitán de salón, algo que no imaginó en sus tiempos de adolescencia.

Mi primer trabajo fue como operador de combinada en la Fernando Echenique. Después pasé el servicio y a los 19 años empecé en la gastronomía. Yo vengo de la pizzería que estaba antes debajo del Hotel Central, en General García. Después pasé para la que estaba frente al parque y de allí nos trasladamos para Saco en el 93.

- Pude notar que ningún trabajador de la Nápoles conoce mejor que usted la historia de esa pizzería, sus fechas, sus sucesos relevantes. ¿Podría recordar cómo era antes el funcionamiento de la instalación?

Antes éramos como 13 obreros: seis elaboradores y siete dependientes. Ahora, como esta unidad es más grande, requiere un poco más de personal. La producción era muy buena. Todos los productos eran magníficos. A veces venían de afuera; el mismo queso era canadiense, una salsa muy buena, y por lo tanto las pizzas tenían más calidad que ahora, aunque las que estamos haciendo en estos momentos están buenas.

- La calidad de las pizzas actualmente supera la de los productos que se expendían hace algún tiempo, y ello se deriva de la revitalización del establecimiento.

Esta pizzería es otra cosa; casi ni se conoce si uno se acuerda de aquella que teníamos hace poco más de un año. Quedó con una estructura muy buena, está muy bonita, y la calidad de las ofertas es mejor. Antes se trabajaba con queso proceso y ahora estamos trabajando con el cubanito, además de una salsa vitanova muy buena. Puedo decir que le estamos prestando un servicio de excelencia a la población. Con lo único que tenemos dificultad es con los aires acondicionados, que desde que abrió estamos trabajando sin eso y es lo que incomoda a las personas, porque esta unidad es cerrada, necesita climatización. Ya hemos tratado eso en reuniones y se dice que los van a poner.

- Sus compañeros lo admiran, lo respetan, y no le faltan las muestras de cariño. ¿Cómo se siente usted después de cuatro décadas de servicio en medio de un colectivo que se va renovando con los años?

El colectivo es magnífico. Hay algunas dificultades, pero son pequeñas; en el camino se van cogiendo, porque sobre todo hay unidad entre todos. Esto se la pasa lleno el día entero. Nosotros no paramos de tanto trabajo. Los viejos ya estamos acostumbrados, pero los nuevos duran dos o tres días porque no aguantan. Nosotros, los más viejos, sí seguimos trabajando y echando esto p’alante, ayudando también a los más jóvenes con nuestra experiencia.

- Aunque la calidad de los productos no sean su responsabilidad, ni otras dificultades que pueden presentarse, es el dependiente quien amortigua  primero las quejas del consumidor. Imagino que en su tránsito de mesero a capitán de salón se armó de una afabilidad y una paciencia mayores.

Siempre he sido eficiente en el trabajo; no he tenido quejas por parte de ningún usuario, por lo menos no acerca de mi desempeño. Siempre he atendido con el buen trato y el cariño que merecen los usuarios, porque me encanta el trabajo con los clientes, le he cogido amor a esta tarea. Fíjate que me faltan dos años para terminar de trabajar y pienso jubilarme aquí, entre mis compañeros que son como mi familia, haciendo lo que hace tanto tiempo hago. Atender las mesas, rondar la cocina, estar aquí adentro es lo que he venido haciendo toda la vida, y no creo que a estas alturas pueda dejarlo con facilidad.

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