miércoles, 19 de febrero de 2014

La cofradía artística de Granma, ¿pragmática o utópica?



Por Clara Maylín Castillo


En todas las épocas los artistas verdaderamente revolucionarios han resultado incómodos a quienes portan el cetro. Las tácticas de silenciamiento o censura podrían calificarse de innumerables. En Cuba, hoy pudiera creerse en una sinergia entre arte y política para conservar el sustrato socialista de una nación que experimenta cambios en su modelo económico. Basta con haber asistido a la Asamblea previa al VIII Congreso de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba en Granma para suponer tal complicidad.

Ante una presidencia de naturaleza variada, constituida por líderes de instituciones culturales y por las máximas autoridades política y gubernamental del territorio, fueron leídas las Relatorías de las cinco Comisiones creadas al calor del proceso previo al cónclave, documentos elaborados en común por los miembros de la UNEAC en esta provincia.

Aunque todos los textos patentizaban el compromiso social de los artistas – más allá del seco reclamo por mejorar las condiciones de creación, promoción y comercialización -, la Relatoría de la Comisión de Educación, Cultura y Sociedad descolló como la más profunda, revolucionaria y, en algunas cláusulas, como la más improcedente.

En el plano educacional, el informe proponía soluciones a problemas ingentes como la deficitaria instrucción cívica de la población, las carencias cognitivas de docentes, las fisuras de los paradigmas educativos y el privilegio que gozan en las escuelas los ritmos foráneos por encima de los autóctonos.

Con aplomo similar, la comunidad artística propugnaba la creación de mecanismos para el fomento de la cultura nacional, el empleo de artistas de la plástica en la ambientación de instalaciones públicas y la primacía de las entidades culturales en la toma de decisiones con respecto al carnaval a fin de revertir su desnaturalización.

Indudablemente, las anteriores demandas son tiros al blanco de viable aplicación. Es en el tema de Sociedad donde subyace una paradoja que enuncia al mismo tiempo un tino excelente para señalar problemáticas puntuales y un carácter irremediablemente romántico.

Exterminar las prácticas racistas y la violencia contra la mujer salta a la vista como un reclamo cíclico, teniendo en cuenta que no se ha conseguido en 55 años de Revolución (como tampoco se logra en otros países), pero al cabo puede ser un acuerdo factible en cuanto al desarrollo de acciones concretas. Tampoco me parece altisonante la demanda de proteger la Salud como conquista de nuestro sistema político social, a pesar de los cambios operados en la mentalidad y la proyección de muchos profesionales del sector ungidos con las misiones internacionalistas. 

Es en la cláusula relacionada con la prensa donde empieza la emulsión de la catarsis. Según el documento, esta “debe convertirse en guardián del orden y el progreso”, frase diplomática equivalente a “debe ser más incisiva”. Los artistas e intelectuales (sobre todo estos últimos) tienden a desarrollar una antipatía hacia los periodistas. Como el resto del pueblo, consideran su trabajo demasiado contemplativo, anquilosado y, por consiguiente, mediocre. Reconozco que no tienen el más mínimo problema de percepción. Lo imperdonable es que sigan inculpando a la prensa sin detenerse a analizar por qué el marasmo periodístico amenaza con eternizarse cuando el mismo General de Ejército Raúl Castro la ha llamado al cambio.

La corrupción ya es un flagelo reconocido por las autoridades de nuestro país y la convocatoria a minarla desde todos los frentes está hecha. Nuestros artistas, en muestra sin par de raciocinio, proponen combatirla en todos los estratos sociales sin que nadie esté eximido por militancia o cargo.  No sé por qué razón, lo confieso, cuando escuché tal propuesta me pregunté si también habrían descubierto la cura contra el cáncer.

Otro de los pronunciamientos tuvo que ver con la selección de los dirigentes a partir de la experiencia como único mérito, un requisito necesario para alcanzar una economía sustentable. 

Quien no acceda a Internet en estos tiempos tiene vedadas la actualización del conocimiento, gran parte de la superación profesional y la posibilidad de la autopromoción virtual. Por tal razón, ampliar el servicio de la red de redes y llevarla al sector residencial a un precio muy inferior a los 4.50CUC por hora, con prioridad para los profesionales, es otra de las aspiraciones de la UNEAC en la provincia.

A esta petición se conecta “el aumento de salarios y la disminución de los precios para salvar a la población de la inflación y facilitarle la adquisición de bienes”.

Estos últimos reclamos evidencian el patriotismo de nuestros artistas, su más hondo sentir como ciudadanos, incluso su pasión exacerbada de seres dotados con una supersensibilidad, pero de algún modo desentonan en el panorama actual de los isleños. Un documento de esa naturaleza solo pudo redactarse como mismo se formula una plegaria de espaldas al contexto, a un entorno sacudido cada día por la monstruosa oferta y demanda en el sector privado y pasmado en enero con la liberación de la venta de autos a precios inalcanzables para el obrero común. A lo mejor me equivoco y, muy al contrario, el informe se concibió de frente al tsunami económico, con plena conciencia del suicidio.

De toda esta exposición, lo verdaderamente paradójico reside en que estas demandas sean tan necesarias en nuestro contexto social, y sin embargo un receptor no menos objetivo las asimile como un paquete ilusorio. A estas alturas, no sé si condenar a los artistas de Granma por confiar en el poder de la repetición o quedar indiferente al flujo y reflujo de su romanticismo. Tal vez en el futuro su idealismo halle absolución con la eficacia de los actuales cambios. En 1865 Julio Verne escribió “De la tierra a la luna”.

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