lunes, 16 de diciembre de 2013

Entrevista a Leonardo Padura I: sin máscaras y al desnudo


Por: Harold Cárdenas Lema

El pasado mes de febrero tuve el placer de compartir durante más de tres horas con Leonardo Padura, uno de los escritores más reconocidos de Cuba y alguien muy comprometido con su país. Esta es una entrevista al Padura ciudadano, al escritor inmerso en una sociedad y que es ajeno a los elitismos que algunos desconocedores podrían achacarle. Las preguntas que verán a continuación buscan examinar nuestra realidad a través de la singular mirada que nos brinda Leonardo, hablaremos mucho de política con un poco de literatura, espero les sirva para entender de alguna forma este presente que nos tocó vivir. Comienzo preguntando ¿quién es Leonardo Padura? y este me brinda una respuesta novelada:

“Sigo siendo, en mis maneras de pensar y actuar, el muchacho que nació en 1955 en esta casa, en un barrio que ya tenía una relación histórica bastante larga con mi familia por la parte de los Padura. Cuando yo tengo cuatro años triunfa la Revolución, en el 62-63 comienzan ya las escaseces y los problemas, y ya era difícil en aquella época comprar un guante en una tienda.

A pesar de ello tuve una niñez muy feliz porque era muy libre, y creo que la libertad es la medida de casi todas las felicidades. Andaba por este barrio “suelto y sin vacunar”, con unos tenis sin medias, con pantalón, sin camisa, jugando pelota, robando mangos, cazando lagartijas. La escuela ocupaba un espacio pequeñísimo en mi vida, pero era muy agradable.

Esto hizo que fuera una infancia feliz, muy gregaria, con muchos amigos. De esos amigos aquí en el barrio ya quedan muy pocos, algunos murieron, otros se fueron de Cuba o del barrio, y eso es algo que resiento mucho. En el barrio me llamo “Nardito” porque mi padre se llama Leonardo y todo el mundo le dice “Nardo”. En lo fundamental, trato de seguir siendo Nardito.”

Mientras Padura habla, recuerdo que muchas figuras públicas tienen a sus hijos fuera de Cuba, en el programa “Con dos que se quieran” se veía esto a menudo, por el dolor que eso provoca le pregunto a mi interlocutor por qué resulta sintomático que aunque estas personalidades sientan orgullo de vivir en Cuba, sus hijos estén fuera del país. Padura responde que:

“El tema del desangramiento demográfico, intelectual, profesional y cultural que ha tenido lugar en Cuba durante los últimos años, es realmente uno de los problemas más graves que tiene el país. La emigración es un fenómeno que ha existido siempre y siempre va a existir. Cuando escribí La novela de mi vida y puse el conflicto de Heredia como exiliado, estaba tratando de alguna manera de ver este trauma desde una perspectiva permanente en la sociedad cubana.

Uno de los grandes problemas que tiene que resolver la sociedad cubana, es evitar que ese desangramiento de jóvenes profesionales se siga produciendo. Aunque se le quite el peso y la carga política, no deja de ser un problema social y un problema económico, con eso Cuba está perdiendo una de las riquezas que tiene. Mientras más rápido se normalice y se haga diáfana la relación entre el individuo y su decisión de vivir en cualquier parte del mundo, me refiero a lo que hoy le llamaríamos las reformas de las leyes migratorias cubanas, menos gente se iría de Cuba.

De todas formas hoy se está yendo la gente que tiene más posibilidad de hacerlo, por eso estas personas que fueron seleccionadas por Amaury para hacer las entrevistas en la televisión, que son de alguna manera el jet set cultural cubano, tienen más posibilidades de que sus hijos salgan a vivir fuera de Cuba, y es lógico que ellos lo defiendan como algo natural. Lo que no es natural para todos y no fue natural para mi generación.

Mi generación fue traumatizada con el tema de la emigración, del exilio, porque había en aquellos momentos un carácter absolutamente definitivo e irreversible en esa decisión. Yo no tengo hijos, por lo que no he pasado por ese problema, pero tengo un hermano en los Estados Unidos y por lo tanto me toca de cerca. Además, casi toda mi familia paterna, que tenía tanto arraigo a este barrio, viven allá. Yo también sé lo que es el sentimiento de pérdida, que cuando se convierte en un sentimiento de pérdida a nivel nacional, puede ser mucho más grave.”

La alusión al tema generacional me provoca una pregunta que siempre quise hacerle, una vez Padura se refirió a su generación como la de los “Mandaos” ¿por qué?

“A nosotros nos mandaron a hacer todo, si bien cada generación en Cuba pudiera reclamar para sí el derecho de haber sido con la que más se experimentó, creo que como la de nosotros, ninguna. La mía fue la que inauguró los cortes de caña estudiantiles, la que estuvo en la Zafra de los Diez Millones, la que tuvo la posibilidad de no ir al servicio militar si estabas estudiando, la que abrió las Escuelas al Campo e inauguró los Contingentes Pedagógicos.

No se me olvida que en el año 1971 ó 72, cuando se fundó el Destacamento Manuel Ascunce, nos encerraron durante seis horas en un teatro cerca del Pre de La Víbora y no nos dejaban salir hasta que tuvieran una cantidad de estudiantes que se comprometieran a ser maestros, porque era el compromiso del municipio. Fue un experimento terrible, que quizás resolvió la necesidad de profesores del momento pero tronchó infinidad de vocaciones, en una época en la que masivamente se podía ingresar a la universidad.

La mía es la generación que va a Angola (yo fui, por suerte como colaborador civil y no militar) y todas esas cosas nos fueron cayendo, nos fueron mandando sin preguntarnos nunca si queríamos ir, era un deber. Cuando llegaron los años 90 y el Período Especial, el país prácticamente colapsó, mi generación tuvo que dejar de comer para que comieran sus hijos. Inauguramos la bicicleta de nuevo y no tuvimos muchas oportunidades de decisión. Creo que el Período Especial fue una bendición en el sentido de que comenzó a crear una distancia entre ese Estado Todopoderoso y el individuo, y ese espacio se ha ido dilatando y llenando cada vez más de libertad.

Mi generación empieza a ver este espacio de mayor libertad en la sociedad, pero le llega cuando rondamos los 50 años, y entonces nos dicen que tenemos que trabajar 5 años más para jubilarnos, pero que a la vez nos pueden botar del trabajo. Es la Generación de los Mandaos pero también la Generación Escondida, porque nunca tuvo capacidad de decisión y tuvo que esconderse para que los palos le pasaran por encima y poder sobrevivir.

El enmascaramiento que se ha vivido en la sociedad cubana, en mi generación fue algo que se asumió como natural. La de mis padres decidió enmascararse, la nuestra era absolutamente enmascarada, si creías en Dios, en Changó o en Alá, lo ocultabas tranquilamente, si ningún problema. Cuando se pudo se llenaron de crucifijos y de cosas en las que siempre habían creído. Algunos eran incluso militares, militantes del Partido, miembros del Ministerio del Interior, que ocultaron sus creencias, sus preferencias, sus inclinaciones sexuales, para poder sobrevivir. Los jóvenes de hoy en día tienen la ventaja de que si eres religioso y homosexual, casi eres mejor visto que si eres ateo y heterosexual, porque empiezas a ser, coño, un poquito sospechoso.”

Entre risas, Lucía nos sirve un café, y le comento a Leonardo que su generación quizás tenga un poco más de perspectiva de la realidad porque conoció los buenos y los malos momentos de la Revolución…

“Somos la gente que llega de niños o adolescentes a los inicios de la Revolución, vivimos el proceso de homogenización de la sociedad que para nosotros tuvo algunas ventajas. Salvo algunas personas que eran conocidas como los “hijos de papá”, el 99% teníamos un par de tenis y un par de zapatos, dos pantalones y dos camisas que eran todas iguales, eso hizo que fuéramos realmente muy iguales.

Desde mi nostalgia esa homogenización  se ve positiva, pero tuvo el lado negativo del enmascaramiento porque no podías ser diferente. También resultó negativo el que te exigiera la unanimidad, porque podías pensar diferente pero no opinar de otra manera, a riesgo de que dejaras de pertenecer a la homogeneidad y te convirtieras en diferente, pero en una sociedad en la que todos éramos iguales, esa era una carga muy pesada de llevar encima.”

Le recuerdo entonces que mi generación solo conoce el Período Especial, en cambio a veces se nos reclaman fenómenos como el paternalismo u otras cosas de las que los jóvenes no somos culpables en absoluto…

“A veces el Estado acusa a los ciudadanos de ser el resultado de lo que él mismo promovió. El paternalismo es una política estatal bastante complicada porque significa un compromiso del Estado y un desvalimiento del ciudadano, que solo puede pensar que tiene lo que el Estado le otorga, y ahí se produce una inversión de términos que es muy macabra, que afortunadamente hoy empieza a entenderse de otras maneras. Este país ha cambiado mucho, está cambiando mucho y va a cambiar mucho más, pero esta es una de las cosas que están cambiando: los ciudadanos empiezan a tener conciencia de su papel en la sociedad, y uno de esos papeles es mantener al Estado, que lo que hace es administrar los bienes de todos los ciudadanos. El Estado no produce sino que es dueño de cosas que nos pertenecen a todos.

Se está recuperando ahora una conciencia en la que el Estado te puede decir que: “tú no tienes nada que ver conmigo, eres trabajador por cuenta propia, te garantizo lo que constitucionalmente es mi obligación garantizarte, la salud pública gratuita y la educación de tus hijos…, pero te ganas la vida como puedas”. Entonces el ciudadano comienza a tener conciencia de que esa salud pública y esa educación no son tan gratuitas, porque cuando él paga impuestos al Estado está pagando el salario de ese médico y ese profesor. Toda esa relación empieza a verse de una manera diferente.

Cuando se nos acusó de haber disfrutado de “gratuidades indebidas”, no se preguntaron quién fomentó esas gratuidades indebidas y por qué…, nadie menciona quien decidió que en los años  1960 no se pagara la entrada a los estadios de beisbol. Casi dejan de pagarse los cines y por suerte no ocurrió porque pudimos habernos quedado sin cines (de todas maneras nos quedamos casi sin cines).

Tampoco se pagaban los teléfonos públicos, los ómnibus casi no se pagaban. Todos son muestras de ese paternalismo y gratuidades indebidas, promovidas todas por el Estado.

Le pregunto entonces a Padura cuál es su opinión respecto a que los jóvenes tengamos mayor participación política en el país, él responde que:

“Deberían tener mayor participación en todo. Es un país que está envejeciendo de manera ostensible, donde hay una gran cantidad de personas que dentro de poco pasarán a la tercera edad, por lo tanto es inevitable que los jóvenes tengan que asumir pronto el destino del país por ser el relevo generacional.

Yo siento a veces que las eternizaciones de los puestos de decisión en Cuba, en todos los niveles, es una de los factores que más inciden en que no haya una renovación de ideas, de propósitos y realizaciones mucho más grandes.

De pronto te encuentras aquí en Cuba que una persona dirige una revista (que no es suya) durante 25 años o dirige cualquier cosa durante 40 años o más. Eso significa que en esos 25 o 40 años toda una generación no tuvo la posibilidad de dirigir esa revista ni cualquier otra cosa. Creo que cada vez es más perentorio que la juventud tenga mayor acceso a niveles de decisión en todos los sentidos; en el social, en lo económico, en lo político, porque el mundo es cada vez más longevo. Mi generación tuvo apenas la posibilidad de dirigirse a sí misma, reconozco entonces la importancia de las nuevas generaciones como única garantía para el futuro de la nación cubana”

FIN DE LA PRIMERA PARTE

Próximamente: ¿Hasta qué punto seguimos siendo una Revolución? ¿Cómo sería una Cuba después de Raúl? ¿Existe una reforma o actualización del modelo cubano? Información y transparencia en nuestro proyecto político…

Entrevista a Leonardo Padura II: revolucionar la Revolución

"Existe una conciencia de la importancia de Internet, pero a la vez hay un desprecio extremo a la importancia de Internet para los ciudadanos"
El término revolución se refiere a procesos de cambio o transformación respecto al pasado, aun así, existe la noción de que durante años el país se cambió o transformó muy poco a sí mismo. Leonardo, ¿hasta qué punto seguimos siendo una revolución?

Esa es una pregunta muy difícil de responder porque es un término que se ha viciado con una retórica y con una realidad demasiado prolongada. Creo que la revolución es un momento en el que se producen grandes cambios y partir de estos se trata de generar un tipo de sociedad diferente y esta tiene que tener otro calificativo distinto al de revolución, porque incluso en términos marxistas cubanos, en este país no creemos en la “Revolución Permanente” de Trotsky.

El hecho de la revolución es importante en la medida en que haya actitudes revolucionarias, en el sentido en que las cosas sigan cambiando, se sigan perfeccionando y exista el espacio para poder darle la acepción principal de la palabra: darle vueltas a las cosas. Pero precisamente esa intención de mover las cosas, cuando no se hace desde arriba, en Cuba se ha considerado incluso como contrarrevolucionaria, porque a veces no corresponde con determinados cánones y maneras de pensar a las que hoy se les llama ortodoxias: y si no se corresponde con ciertas ortodoxias, es muy atacada.

Yo pienso que la sociedad cubana necesita seguir revolucionándose, y que los individuos revolucionarios son los que están a favor del cambio, no en el sentido de cambiar un sistema por otro, sino de mover la sociedad en el sentido del progreso. La imagen de la historia como una espiral en ascenso, en progreso, solo puede lograrse a través de una revolucionarización de la sociedad de manera general, en lo político, económico y social.

Hubo un punto en Cuba, después del primer impacto del Período Especial, en que se generó más el inmovilismo que la revolución. Por eso siempre he dicho que con independencia de lo profundo que sean los cambios y lo radicales o no que estos puedan ser, me siento mucho más identificado con una política de cambios que con una de inmovilidad, y aunque a veces me perjudiquen, tienen mi simpatía, porque siento que la sociedad cubana se ha vuelto a poner en movimiento, ha vuelto a poner en marcha sus revoluciones.”

Como especular sobre el futuro del país no me parece una actividad estéril sino que nos puede dar una medida de las perspectivas del país, me atrevo a preguntar algo muy arriesgado, por mucho tiempo se habló sobre cómo sería Cuba sin Fidel en la dirección, ahora ya sabemos la respuesta, la pregunta sería entonces: ¿después de Raúl qué…?

“Realmente no lo sé, y ciertamente es arriesgado especular en ese sentido, porque incluso, todavía no sé “con Raúl qué…” y solo se sabrá en la medida en que pueda desarrollar su programa económico, que tiene inmediatas consecuencias sociales y que va a tener consecuencias políticas. Es un programa que está prácticamente comenzando, como ellos mismos reconocen y como la realidad lo está diciendo.

Creo que lo que para muchos de nosotros es una lentitud en los cambios, ha tenido que ver con un problema fundamental y es la falta del control económico, yo lo llamaría la falta de perspectiva económica que existía en el Estado y el Gobierno cubanos. Las decisiones que se tomaban en Cuba eran todas políticas, las buenas, malas y regulares.

En el año 1992 se decidió todos los días dar un pan a cada ciudadano de Cuba. Esto fue una medida política y no económica, pues la economía decía que no había pan pero políticamente se decidió que había que darles un pan a cada una de las personas. Esto fue los que nos salvó, pero también nos perjudicó pues permitió que las cosas no cambiaran mucho antes, aun cuando ya era evidente que había elementos del modelo, sobre todo a nivel económico, que no funcionaban.

Lo primero que se ha tenido que hacer es recuperar ese control económico y crear una perspectiva económica para pretender cambiar ciertas cosas, porque si tú no sabes cuánto gana un país, difícilmente puedas hacer ninguna planificación económica. Eso explica que los cambios fueran primeramente tan lentos y mayormente en la superestructura, cambios que se podían decidir con el dedo: “los cubanos pueden ir a los hoteles, pueden tener celular, pueden comprar casa, pueden comprar carros”, medidas de carácter administrativo o decisiones de carácter político.

En el caso de los teléfonos, por ejemplo, es una medida de carácter político aunque tenga una razón económica muy evidente, porque durante 40 años la única manera de tener un teléfono en Cuba, era si el Estado te otorgaba la posibilidad de tener un teléfono, y ahora por primera vez el ciudadano puede ir libremente a una tienda y sacar 60 CUC, comprar un teléfono y una línea. Eso es un gran cambio aunque parezca una cosa intrascendente desde una perspectiva no cubana.

Los cambios de carácter económico que tienen que ver con esta tercera Reforma Agraria que se está haciendo, la posibilidad de comercialización de productos, de contratación de fuerza de trabajo (que empieza siendo muy elemental todavía en estos momentos pero que la tendencia parece ser a un incremento) sí va a provocar grandes movimientos económicos en Cuba, que van a generar cambios sociales y políticos.

Hay que ver hasta dónde Raúl, en el tiempo que tiene para gobernar, puede llevar adelante ese proyecto. ¿Qué va a pasar después? Es una gran incógnita. Porque puede ser tanto un cambio político radical como un retroceso político radical, y esa es la preocupación que tenemos muchas personas en Cuba, que sabemos los cambios son necesarios. En general pienso que la gente está por esa evolución, y la manera en que se produzca es lo que sigue siendo muy misterioso sobre los próximos años.”

Eso me recuerda un debate que tuvimos tiempo atrás con otro entrevistado, y le pregunto brevemente: ¿en Cuba existe una reforma o una actualización del modelo?

“No lo he pensado con esos términos pero creo que hay una reforma, están tocándose aspectos que antes se consideraban intocables. El otro día había un delegado en la Conferencia del Partido que se preguntaba ahora cuál era la relación de los individuos contratados por los empleadores privados con el principio constitucional de que no existe la explotación del hombre por el hombre en Cuba.

Él pobremente lo reducía a la pequeña empresa privada, decía que explotaba el trabajo de los individuos que contrata… pero es que muchas veces a esos individuos a los que contratan los particulares, estos les pagan 3 veces más de lo que paga el Estado. ¿Quién es más explotador, el pequeño empresario o el Estado que paga 3 veces menos? Y al momento dijeron que eso había que hablarlo de otra forma, que eso no es así, que si es de mutua conveniencia no hay explotación, en fin, se complicó y a la vez se disolvió la cosa.”

Hablamos entonces sobre el nivel de información y transparencia que necesita el proyecto socialista cubano y le comento que generalmente a la hora de los vacíos informativos o la falta de transparencia, se emplea el argumento de que muchos elementos se ocultan para que no sean utilizados a favor del bloqueo que se le hace al país. A mí personalmente me da la impresión de que los servicios de inteligencia extranjeros saben más de lo que ocurre en Cuba que los propios cubanos, y ese control de la información muchas veces nos perjudica más a nosotros de lo que nos podría ayudar… mi interlocutor me responde de inmediato.

“Yo creo que la transparencia en una sociedad siempre es beneficiosa. Por ejemplo, en los planes económicos que se están haciendo, si los ciudadanos tuvieran mejor conocimiento de hacia dónde se va y a dónde quiere llegar el modelo económico cubano, la gente se sentiría más parte de ese proceso.

Si la prensa debatiera más los problemas esenciales de la sociedad cubana y no siguiera única y exclusivamente las políticas que se establecen a nivel de Estado y de Gobierno, creo que eso ayudaría mucho más a que entendiéramos los cubanos el país en que vivimos y a que tuviéramos mucho más sentido de la participación.

¿Por qué no tenemos derecho a saber qué pasó con el cable de fibra óptica de Internet? Esa es una de las muestras de la falta de transparencia que hay en Cuba. Posiblemente hay un proceso policial y judicial, del cual no se dan nunca determinados detalles porque pueden afectar esas investigaciones. 

Pero nos tienen que decir que el cable no es operativo porque hubo un problema, porque dijeron que en junio del año pasado el cable sería operativo y estamos en febrero y nada…

Este es un tema esencial, porque el problema no es que yo tenga acceso a un Internet más o menos rápido, el problema es que el país no tenga ese acceso, porque un país que pretende actualizarse económicamente y funcionar económicamente, en estos momentos no lo puede hacer sin Internet, ya sea de uso individual como de uso colectivo, social e institucional. Por ejemplo, yo no sé cómo va a funcionar el puerto del Mariel sin Internet de alta velocidad, porque si allí mandas un correo de negocios y este se demora una hora en descargarse, se jode el negocio. Lo digo de una manera muy burda pero es así.

Creo que tenemos derecho a más transparencia y claridad informativa de la que tenemos actualmente (lo digo siempre dentro y fuera de Cuba porque nunca digo fuera de Cuba lo que no sería capaz de decir en Cuba). Por mi propia transparencia informativa creo que me he ahorrado muchos problemas, sobre todo evitando sospechas. Cuando empecé a escribir El hombre que amaba los perros lo dije a todo el mundo sobre qué estaba escribiendo, para que nadie creyera que lo hacía a escondidas, porque allí hago críticas sobre la realidad cubana y sobre la historia del socialismo… y porque sé que lo que digo toca algunos temas muy esenciales.

FIN DE LA SEGUNDA PARTE

Próximamente: ¿Hasta qué punto asimilamos el estalinismo en Cuba? ¿Por qué fracasó el Socialismo del siglo XX? ¿Cuba está enmarcada en el modelo de Socialismo del siglo XX o del XXI? ¿Cuántas de las causas que provocaron el fracaso del Socialismo del siglo XX persisten en Cuba todavía?

Entrevista a Leonardo Padura III: tras la huella del estalinismo en Cuba
“Nosotros seguimos el modelo económico estalinista, y en muchos sentidos, aún estamos pagando las consecuencias”
El hecho de que Cuba haya protegido al asesino de Trotsky lo interpreto que como una toma de partido a favor de un esquema de pensamiento específico. ¿Hasta qué punto asimilamos los cubanos los dogmas y esquemas de raíz estalinista que llegaron a Cuba? ¿Cuánto perdura aún?

“Creo que se asimilaron totalmente. Ante una petición de la URSS de que este hombre viniera a Cuba, no había para el gobierno cubano otra opción que recibirlo, aunque la razón de su traslado se debiera a que estuviera cabrón por vivir en la URSS, porque su mujer era la que no resistía vivir allí, y Cuba fuera el único lugar alternativo, porque ningún otro país lo aceptaba.

Cuba no tuvo otro remedio que aceptarlo, con la condición que venía desde Moscú, de que Mercader debía permanecer en el anonimato. Que tampoco fue tal. Este es un botón de muestra de algo que se practicó a todos los niveles de la sociedad cubana, esa relación absolutamente de calco respecto a los conceptos económicos, sociales y políticos soviéticos y no podía ser de otra forma porque eso significaba lo que en aquella época se llamaba “revisionismo ideológico” y Cuba estaba en la esfera más cercana a la URSS.

El problema fundamental es que el modelo económico socialista que existió y se puso en práctica fue el modelo estalinista, pues no hubo otro.  Cuando Lenin muere en el año 1924, se estaban haciendo experimentos económicos en la URSS muy difíciles de entender. Cuando uno estudia esa época cuesta trabajo entender exactamente qué cosa era lo que querían y cómo lo querían, porque había ocurrido una gran crisis económica, es el momento en que Bujarin le dice a los campesinos: “enriquézcanse”, porque era la única manera de que no hubiera hambre en ese país.

Muere Lenin en  1924, ocurre la lucha por la sucesión, la Oposición dirigida por Trostsky, el error infinito de apreciación de Trostsky respecto a las capacidades de Stalin, más la imposibilidad que tenía ya de vencer a este porque tenía controlada las bases mismas del Partido. Entonces Stalin se hace del poder y a partir de 1929 comienza todo un proceso de colectivización de la tierra y la creación de una economía socialista de carácter estalinista.

En un momento del libro Vida y Destino, Vasili Grossman dice: “durante el período de la colectivización general, vio convoyes atestados de familias sacadas de los Gulags, vio caer en la nieve a personas extenuadas que ya no volvían a levantarse, vio pueblos cerrados sin un alma, con las puertas y ventanas tapiadas, vio a una campesina arrestada, cubierta de harapos, el cuello carniseco, las manos oscuras de trabajadora, a la que quienes escoltaban miraban con espanto, la mujer, enloquecida por el hambre, se había comido a sus dos hijos ”.

Hubo canibalismo en la URSS durante la colectivización, Ucrania pide que se considere genocidio porque aunque se le considera la zona más rica del mundo por sus tierras, allí la gente morían de hambre y los padres se comían a los hijos. Todo está demostrado documentalmente, no es mentira. Ese fue el modelo económico que prevaleció con un Estado gigantesco que era el que administraba toda la gran industria, incluso la pequeñísima también. Nosotros seguimos ese modelo económico y en muchos sentidos aún estamos pagando las consecuencias.

Resulta bastante simpático para unos pero dramático para casi todos nosotros, que alguna vez se haya pensado que limpiar zapatos era algo que le correspondía administrar al Estado. Yo recuerdo el día que el limpiabotas insignia de mi barrio, un negro llamado Caridad, le intervinieron su silla de limpiabotas y me dijo que se iba, le habían inventariado hasta los trapos de dar brillo…te podrás imaginar el nivel de locura que hubo al respecto.

Creo que fundamentalmente fue en la economía en lo que se siguió ese modelo, porque afortunadamente para todos nosotros a nivel político no hubo los excesos del estalinismo. La UMAP, que fue algo terrible e inadmisible, fue más o menos como ir a un juego de pelota, unos Quince o ir a la playa en comparación con lo que fue un gulag soviético, eso hay que reconocerlo.”

Estamos convencidos de que el Socialismo que necesita el siglo XXI no puede basarse solamente en el rechazo al modelo de Socialismo del siglo XX que fracasó, tiene que ser la superación de ese, no solo rechazarlo sino lograr algo mejor. Le pregunto entonces a Leonardo, ¿por qué fracasó el Socialismo del siglo XX?

“Estas son preguntas muy complejas de responder, pero si tuviera que encontrar una razón para poder explicar por qué una idea que nace con el principio de que se va a crear una sociedad en la que todos los hombres van a ser iguales y van a vivir con el máximo de democracia, esa idea se pervierte y casi que se convierte en su contrario, si tuviera que encontrar un punto, el más visible sería Stalin.

Pero también creo que desde antes ya esa idea empezaba a tener grandes conflictos en su puesta en práctica. El problema es que el marxismo estudió la sociedad capitalista y previó un posible modelo de sociedad socialista pero la práctica se hizo de una manera muy convulsa, en un tiempo muy convulso (finales de la I GM), en un país convulso (Rusia), de una lucha de facciones absolutamente convulsa en la que un grupo pequeñito de luchadores políticos que tuvieron más perspectiva del momento justo en el que estaban las cosas, se hicieron con el poder.

A los bolcheviques no les tocaba el poder pero lo cogieron, gracias a Lenin y a Trotsky en muy buena medida. Empezaron a experimentar y fueron adaptando conceptos a la realidad, como suele ocurrir, y allí se fueron perdiendo algunos principios básicos de esa idea.

En El hombre que amaba a los perros, más que hablar de un sistema económico-social hablo de la perversión de la utopía, porque fue un sistema socio-económico que entró en crisis, y aunque quedó en el pasado, cometió determinados excesos que son parte de la historia y de la práctica. La utopía está en la mente de los hombres, está en el sueño al cual todos tenemos derecho, de vivir en una sociedad más justa, en un mundo más equilibrado, en el cual la igualdad no sea solo una concepción sino un derecho.

La principal misión del Socialismo del siglo XXI, debe ser cumplir ese sueño utópico que acompaña a los hombres desde la época de los griegos. Ellos sabían que su sociedad no era una democracia real, por lo tanto crearon un concepto utópico en un lugar llamado Atlántida. El deseo de que todos los hombres vivan en igualdad, con las mismas posibilidades, en el máximo de libertad y democracia  creo que es la aspiración, posiblemente total y justamente utópica (utopía quiere decir “en ninguna parte”),  pero es el derecho que tenemos todos los hombres de poder aspirar, si no nosotros, a que nuestros hijos o nietos tengan la posibilidad de llegar a ese mundo.

Lo terrible es que el fallo del experimento socialista del siglo XX va a retardar muchísimo la posibilidad de una práctica socialista con ese nivel de pensamiento utópico en el siglo XXI, porque las condiciones del mundo cambiaron de una forma radical,  aunque también existen signos de cansancio estructural profundo del sistema capitalista que hace pensar en la necesidad de una refundación de muchos principios sociales y económicos.

Y yo no soy filósofo, soy novelista y me estás preguntando cosas de filosofía, política y sociedad…”

Es que no queríamos hacerle una entrevista en calidad de escritor, nos interesa el Padura ciudadano, que participa en el proceso cubano… Le pregunto entonces: ¿Cuba está enmarcada en el modelo de socialismo del siglo XX o del XXI?

“Yo creo que a nivel de modelo Cuba está empezando un tránsito. Si este llegará  a un cambio esencial del modelo, no lo sé. Tampoco sé hasta dónde llega la capacidad de transformar tanto la sociedad cubana como para poder decir que se ha renunciado a un modelo porque la propia evolución nos ha llevado a otro modelo, que tendría que ser el socialismo del siglo XXI despojado de cualquier lastre estalinista de los que arrastramos durante años y que perduran aún hoy, aunque en algunas casos ya no sean parte de la política del Estado, pero si forma parte del pensamiento de muchas personas.

Las concepciones estalinistas todavía hoy son la manera de entender la realidad y la relación con nosotros de muchísimas personas con poder de decisión. Haría falta mucho valor, sobre todo de algo de lo cual se habla pero se ve poco: entregar capacidad de decisión a sectores de la sociedad que piensan diferente, pero que sobre todo son más  jóvenes. Ser más inclusivos, no condenar siempre al que piensa diferente.

A mi generación le pasó su hora. Si a mí ahora me dicen que si quiero ser el presidente de la República de Mantilla respondo que ni loco, “tú estás arrebatao, tendría que ocuparme de los perros callejeros, que si el otro deja la basura en la esquina, el reguetón a to’ pecho… que va”. No tendría ni remotamente la intención de hacer eso, pero creo que los jóvenes si tienen esa capacidad, esa necesidad de expresión y eso puede ser importante.”

La próxima pregunta era inevitable: Me gustaría que nos explicara según su opinión y experiencias, ¿cuántas de las causas que provocaron  el fracaso del Socialismo del siglo XX persisten en Cuba todavía?

“Cuantificar eso es algo muy difícil, creo que lo que está cambiando va directamente contra muchas de esas concepciones. Ejemplo de ello es el concepto de Estado paternalista, se le está restando peso al papel del Estado, sobre todo a nivel económico. Pero tiene que llegar el punto que ese peso también se desplace hacia la sociedad. El peso del estado hacia la sociedad debe disminuir, sería lo lógico, lo marxista porque según la teoría marxista en el comunismo desaparecerá el Estado, sin embargo en la práctica lo que pasó es que se agigantó al Estado hasta convertirlo en un organismo todopoderoso.

Los cambios que están influyendo directamente determinados principios que existieron y que se practicaron en Cuba son un desmontaje de los errores propios de ese Socialismo del siglo XX y habrá que valorar hasta dónde llegan las virtudes de esos cambios como manifestación del Socialismo del siglo XXI.

Pienso que es un privilegio poder asistir a lo que está ocurriendo hoy en Cuba, y también es una responsabilidad, porque aunque a veces no tenemos la palabra, hay que tomarla si tienes la posibilidad. Lo que se está jugando no es el destino de un modelo, es el destino de una nación.

FIN DE LA TERCERA PARTE

Próximamente: ¿Qué significa el cambio de mentalidad? ¿Cuánto ha cambiado la prensa cubana? ¿Qué podríamos hacer para crear espacios reales de participación en Cuba?  ¿Qué le sucedió a Padura en el Caimán Barbudo? Los excesos cometidos en los 70 y parte de los 80, ¿eran atribuciones personales o formaban parte de una política del Estado?

Entrevista a Leonardo Padura IV: el hombre que amaba a su país

Un tema que nos preocupa mucho es el cambio de mentalidad en Cuba, consciente de que siempre existe el peligro de que algunos sectores dogmáticos secuestren el discurso del cambio de mentalidad y lo adulteren. ¿Qué significa el cambio de mentalidad al que convocó Raúl?

“Ese es uno de los temas más complicados que existen en este proceso que se está viviendo en Cuba: los cambios de mentalidades y la necesidad de que se produzcan esos cambios. Muchos de los que sustentaron la otra mentalidad son los que están promoviendo el cambio ahora y eso es muy difícil.

Ese proceso tan complejo tiene que ver con el subconsciente del individuo, con sus principios, con lo que ha creído durante mucho tiempo, con la forma en la que ha actuado, por lo cual no estoy seguro de que muchas de esas personas puedan cambiar. No estoy seguro porque están acostumbradas a formas de dirección, de relación con los otros individuos, típicas de un modelo que se está tratando de modificar, y creo que es la parte más complicada de esta historia.

Aceptar que no todos los que piensan de manera diferente a ti no son el enemigo, sino al contrario, que pueden ser aliados  y protagonistas de una renovación de la sociedad cubana, es algo complicado.  Es necesario admitir a los que disienten, y espero que se lea la palabra en su justo sentido. Y no estoy hablando ya de personas con una posición abiertamente hostil contra el gobierno cubano. Cuando digo Gobierno, Estado y Partido; hay otro de los problemas grandes en Cuba, es que los tres aquí son lo prácticamente mismo, y en ese sentido debe surgir una de las modificaciones que creo necesaria: la separación de funciones.

En la reciente Conferencia del Partido Raúl exigió que este no tuviera funciones administrativas, pero cuando el director de una empresa es militante del Partido, el jefe del sindicato es del Partido, el jefe de producción es del Partido, es muy difícil que haya una contraparte real en esa estructura de dirección.

El cambio de mentalidad  es una gran necesidad, no se puede pensar igual que hace 15 años porque el mundo es totalmente diferente. La caída del socialismo en Europa del Este coincide y casi marca un momento en el que se está produciendo un cambio de era: termina la Era Moderna-Industrial y comienza la Era Digital. Esta era tiene sus propias exigencias, condiciones y regulaciones que son diferentes a las que existían en los años 1980.

Todas las relaciones han cambiado con la Era Digital, los periódicos han tenido que cambiar su perspectiva, la noticia es diferente a como era hace 20 años, por lo tanto el cambio de mentalidad es absolutamente imprescindible si se pretende una real actualización de una sociedad y un modelo económico o reforma.”

Llamo la atención en que muchos de los funcionarios presentes en la Conferencia fueron formados en la URSS, Padura me responde al instante, sin titubeos…

“Sí acaso ellos van a obedecer a la orden de un cambio de mentalidad. Pero no a un cambio real en ellos mismos”

Ahora le propongo discutir un tema imprescindible y al que mi interlocutor ha hecho alusión antes pero por su importancia yo quería abordarlo al final. ¿Cuánto ha cambiado la prensa cubana desde que Leonardo Padura trabajó ahí?

“Nada, apenas ha cambiado, solo que junto a la firma aparece un correo electrónico del periodista, pero no ha cambiado nada. El otro día un comentarista en la televisión se refirió a la ocurrencia de un incidente desagradable en un juego de pelota y no decía cuál había sido el incidente desagradable. ¿Y de qué estamos hablando? Ese incidente fue público, lo vieron muchas personas. Si yo tuviera interés, como tengo la posibilidad de acceder a Internet, busco en Google y encuentro enseguida información sobre el hecho, pero no sería en la prensa cubana.

Ha cambiado muy poco porque el Periodo Especial fue un mazazo para el periodismo en Cuba. Si esa época provocó que los espacios de libertad para la creación artística crecieran; la literatura, el teatro, las artes plásticas, el cine, etc., para el periodismo fue una entrada en la caverna y de la caverna no ha salido. En los años 1980 se pudo hacer un periodismo bastante diferente en el que no siempre tenías que hablar de lo mismo y podías escribir sobre diferentes temas. En los años 1990 esto fue imposible.

Recuerdo dos artículos de esta época que me parecían los más significativos, referentes a la vida que se estaba viviendo en Cuba, uno era: “¿Cómo subir las escaleras sin cansarse?”, en la época en que no había elevadores ni electricidad. El otro se pudo haber llamado “¿Cómo limpiarse el culo sin papel?” A eso llegó el periodismo, a justificar que teníamos que vivir en un país sin elevadores y sin papel para limpiarse el culo. Y a tratar de demostrarnos que no era tan malo…

Creo que todavía no ha avanzado mucho. No por gusto en varias ocasiones Raúl les ha dado una sacudida pero esa sacudida no ha tenido efecto, ni va a tener efecto mientras los que la dirijan, los que la regulan, incluso muchos de los que hacen la prensa (aunque los  periodistas son los menos culpables) sigan siendo los mismos.”

Le pregunto entonces ¿cuánto le falta a esa prensa para cumplir con las exigencias actuales  de la sociedad cubana?

“Mientras la relación de los medios con el Estado, el Gobierno y el Partido siga siendo la misma no tendremos satisfechas esas exigencias. Tiene que haber un espacio de una prensa que no pertenezca ni al Partido ni al Gobierno ni al Estado, es necesaria una prensa que pertenezca a la sociedad. Cuando se logre el espacio para otro tipo de periodismo, sin prescindir de los medios ya existentes en Cuba, entonces comenzará a cambiar la prensa en Cuba… Lo que publica, por ejemplo Espacio Laical, ¿se reproduce en algún períodico oficial?”

Le propongo referirnos a los espacios de participación social en Cuba, como soy de la opinión de que los espacios existentes en el país son de naturaleza formal, pregunto: ¿qué se podría hacer para crear espacios reales de participación dentro de Cuba?

“La vía no la sé, pero sí reconozco la importancia de los espacios de participación, de reales espacios de participación. Cualquier cubano honesto sabe que las Asambleas del Poder Popular se han convertido en asambleas de servicios locales en las que se habla del bache que existe en la esquina y el delegado promete que los problemas se van a resolver o menciona y explica porqué no se ha resuelto la cuestión del bache en la esquina.

Muy pocas veces en ese espacio, que supuestamente es el momento que tenemos todos para debatir, se habla de los problemas reales, a menos que venga la orientación de que se discuta un documento en el cual se autorice para hablar de los problemas reales.

Es curioso, en la discusión de los lineamientos el tema del que más se habló (y parece que por mucho) fue el de la libreta de abastecimientos, de la posibilidad que desapareciera la libreta de abastecimientos. Las personas estaban preocupadas por su  subsistencia  inmediata y no tenían la capacidad o posibilidad  de llegar  a una elaboración de propuestas y preocupaciones mucho más profundas, a pesar de que en muchos casos sí existió un debate más abarcador y real sobre temas importantes.

Se ha perdido, o tal vez nunca haya existido en Cuba (tendré que investigar) esa cultura del debate, ese debate público con respeto, en el cual se defiendan posiciones y que los argumentos en contra no se entiendan como agresiones. El proceso actual que se está desarrollando en la economía y la sociedad, merece más esa reflexión colectiva y la prensa tendría que convertirse en uno de esos espacios posibles.

Creo que la existencia de esos espacios para la opinión y el debate serían muy necesarios, además le darían al ciudadano un sentido de pertenencia y de sentir que sus opiniones se tienen más en cuenta.”

Desde que algún amigo me contó hace años sobre Leonardo Padura y su historia, siempre quise preguntarle esto: ¿qué le sucedió en el Caimán Barbudo?

“Fue una historia bastante típica de los años 1980, porque no hubiera ocurrido igual en otras décadas. El director de la publicación era un cuadro político de la UJC, sin preparación para dirigir la que en ese momento era la revista cultural más importante de Cuba. Él tuvo durante varios años una jefatura de redacción que prácticamente hacía y tomaba las grandes decisiones de la revista.

Pero ocurrió un cambio en la jefatura de redacción y esa persona quiso aprovechar para convertirse en el director de la revista. En ese momento se creó una dirección colegiada entre el director del órgano y el compañero de la seguridad que atendía la revista. A partir de ahí los niveles de tensión que se llegaron a vivir en la revista fueron muy dramáticos.

Los que trabajábamos en el Caimán, pensábamos que íbamos a trabajar allí durante muchos años. Era la revista cultural más importante de Cuba, con una capacidad de generar opinión en el mundo cultural y social-juvenil que era impresionante, sobre todo teniendo en cuenta lo ocurrido en los años 1970. Cuando yo estaba en la universidad llegaba la revista en paquetes que se depositaban en las escaleras para que las personas la tomaran regalada porque casi nadie leía el Caimán Barbudo. Sin embargo en los 1980 las personas hacían colas en los estanquillos para comprar el Caimán. Fue  un cambio radical de una  década a otra.

Mi caso en particular fue algo maquiavélico. El director no me quería y la razón principal era que en aquella época yo pensaba de una manera muy similar a la que pienso ahora. En una entrevista que le hice a una persona, esta menciona a otra persona como su profesor, y ese profesor había estado detenido en el aeropuerto de La Habana por regresar del extranjero con unos dólares en el bolsillo. Se había creado un problema pero el jefe del profesor había llamado a un gran jefe y ese problema se resolvió.

Increíblemente utilizaron el hecho de que esa persona mencionara a la otra y yo lo publicara en la entrevista, como una muestra de que yo no era capaz de realizar el periodismo con responsabilidad. Me castigaron a estar seis meses como corrector. Al pasar ese plazo el primer trabajo que me toca es realizar la cobertura del Festival de Teatro de Camagüey. Estando en el festival me mandan a buscar para una reunión en el Departamento de Cultura de la UJC. Cuando llego, con un día de atraso, me entero de un grupo de decisiones que se habían tomado: sacaban al director de la publicación porque aquello se había convertido en un caos, pero también sacaban a varios periodistas, yo entre ellos.

En el Caimán de aquella época pasaba algo con mucha frecuencia. Cada vez que se escribía un artículo que por asomo pudiera ser asumido como una crítica, inmediatamente eras citado para una reunión en el Departamento de Cultura del Comité Central. Esperabas en el Consejo de Estado una o dos horas hasta que te conducían a la oficina del que era jefe en esos momentos del departamento, Hugo Chinea, te echaban una descarga, te amenazaban y te decían que no lo hicieras más. Siempre el compañero que atendía la Seguridad en el Caimán se encontraba en la dirección del periódico… Después me enteré que fue expulsado del MININT por actos de corrupción, como suele suceder en estos casos.

La revista fue desintegrada, el director fue ubicado en otro lugar, terminó trabajando en el ICRT como subdirector de programación de Tele Rebelde y a otros nos mandaron a Juventud Rebelde. Al final yo creo que me hicieron un gran favor, porque si yo hubiera seguido siendo un redactor del Caimán Barbudo no hubiera tenido el desarrollo cultural, intelectual, de relación con la historia y con la vida cubana que disfruté gracias a Juventud Rebelde, donde tuve (y esto también es típico de los años 1980) la posibilidad de hacer el periodismo que me dio la gana.

A pesar de que llegué con el cartel de problemático-ideológico a la dirección de ese periódico, donde también las personas que la conformaban eran cuadros de la UJC, no les importaron mucho mis “antecedentes”. Allí empecé a trabajar en el equipo de cultura y en muy poco tiempo mis trabajos en cultura se convirtieron en material de estudio de las dependencias de cultura sobre las que yo escribía.

Se hicieron folletos sobre mis trabajos, se reproducían, se estudiaban y las personas comentaban: “miren por qué dice Padura que la semana de la cultura es una mierda”… el lío es que estaba toda aquella cosa formal de que tenía que existir una semana de la cultura, una biblioteca municipal… y yo la emprendí contra todo aquello de la formalidad y el compromiso a cumplir. Eso me permitió que me llevaran al equipo que pretendió empezar a realizar un periódico diferente en los domingos, que al final se logró. Para mí trabajar en el Juventud Rebelde fue una experiencia bastante satisfactoria.

En el Caimán siempre te sentías con una sensación de culpabilidad, de que estabas haciendo algo mal, de que estabas siendo vigilado, en cambio ni en el Juventud Rebelde ni en la Gaceta yo jamás supe quién era el compañero de la Seguridad que nos atendía, mientras que en el Caimán cada vez que entrabas en la dirección, el hombre estaba presente.

Resulta llamativo que durante muchos años los funcionarios que cometían excesos en sus cargos, solo eran sancionados por cargos de corrupción de índole económica y no por las otras prácticas igualmente criticables. Le pregunto si esos excesos:¿eran atribuciones personales o formaban parte de una política del Estado?

“Ellos aplicaban al extremo la política del Estado. Yo creo que ese tipo de funcionarios ante la duda siempre dice que no, y la duda puede estar presente en cualquier cosa. Son personajes que defienden los pequeños o grandes privilegios que tienen, algo típico del pensamiento burocrático, los defienden como los bienes más importantes. Y la reacción de nunca contradecir lo que viene “de arriba” y siempre que sea  necesario por alguna coyuntura aplastar lo que se origina abajo, sencillamente lo aplastan para no contradecir a los superiores.

No es casual que en determinadas circunstancias favorables esas personas terminen cometiendo actos de corrupción porque al final o desde el principio, la defensa a ultranza de una posición social, más que la responsabilidad que entraña esa posición social, es un acto de corrupción. Si por 80 litros de gasolina y las tres o cuatro prebendas que existan, eres capaz de aplastar cualquier posibilidad que no tiene nada que ver con una posición contrarrevolucionaria, entonces eres corrupto.

En aquella época nosotros éramos muy inocentes, reconozco que mi generación padecía de una inocencia pasmosa y una buena fe absoluta, a pesar de que ya estábamos empeñados en cambiar las condiciones culturales, sociales, y de pensamiento respecto a lo ocurrido en los años 1970, que se caracterizaron por ser una etapa de máxima ortodoxia política, incluso de marginación y de represión cultural. Por lo tanto la necesidad de cambiar como reacción natural a esas condiciones de la sociedad cubana y de la aspiración de cultura de la sociedad cubana, era algo que inevitablemente teníamos que hacer.”

Termino con la impresión de que estoy hablando con alguien que ama profundamente no solo su barrio, sino su país, le pido entonces a Leonardo Padura que nos responda el famoso cuestionario que le tomamos prestado a Bernard Pivot:

¿Cuál es su palabra favorita? Trabajar

¿Cuál es la palabra que menos le gusta? Envidia

¿Qué es lo que le enciende emocionalmente-creativamente? La ignorancia me motiva y me enciende, y es un buen encendimiento.

¿Qué es lo que lo desanima? La imposibilidad de vencer la ignorancia.

¿Cuál es el ruido o placer que mayor placer le produce? Hay uno que es privado… pero diría que los primeros acordes de The Fool on the Hill.

¿Cuál es el sonido o ruido que aborreces escuchar? Últimamente el reguetón.

¿Cuál es su grosería favorita? “¡Manda pinga esto…!”

Aparte de su profesión actual, ¿qué otra cosa le hubiera gustado ejercer? Pelotero.

¿Qué profesión nunca ejercería? Árbitro, en ningún sentido porque no me gusta decidir por otros.

Si Dios existe y llegara usted al Cielo y se lo encontrara en la puerta, ¿qué le gustaría que Dios le dijera al llegar? Coño, mi socio, te estaba esperando…

Muchas gracias Leonardo.

“Armando Hart fue importante, se reunió muchas veces con nosotros, él decía algo que ojalá se hubiera aplicado y se aplicara más en la actualidad: es mejor equivocarse que no opinar, lo dijo en varias ocasiones en el Caimán delante de nosotros, pero si te equivocabas te costaba caro”.

Tomado íntegramente de La Joven Cuba

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