Texto y fotos: Clara Maylín Castillo CULTURA / Literatura
Con 95 abriles en el cuerpo, Mercedes Cossío Montejo creyó
que la vida no le reservaría grandes sorpresas. Y se equivocó. Cuando hace unos
dos meses, en el patio de la sede bayamesa de la Unión Nacional de Escritores y
Artistas, le comunicaron que le sería otorgado el Premio al Mérito Literario
José Joaquín Palma, este icono de la pedagogía y la literatura conoció de nuevo
el embeleso.
Entregado a ella en la tarde de este viernes, en el mismo
sitio donde recibió la noticia, este galardón reconoce una carrera intelectual
que tuvo su génesis en la niñez, estimulada por el profesor y poeta Felipe
Pichardo Moya.
Cossío Montejo tuvo la suerte de nacer en una familia
burguesa de Camagüey, origen que le abrió las puertas de una educación
valedera. En 1941 se casó con un ganadero espirituano, cuyas propiedades se
encontraban en Bayamo, y por ende vino a vivir a esta urbe con 23 años de edad,
sedienta de conocimientos y llena de sueños que vería materializados.