lunes, 17 de junio de 2013

Una historia de yarey



Texto y foto: Clara Maylín Castillo    CULTURA / Artesanía

Sancesario y sus figuras de yarey.
Del dolor surgen las mejores obras. Todos los artistas lo saben, aun cuando hayan conseguido expresarse en la felicidad. A Eduardo Sancesario Batista le llegó ese conocimiento casi a los 60 años, mientras sufría una de las peores experiencias de su vida.

En 1995 este hombre oriundo de Santiago de Cuba trabajaba en vía y obra en la entidad ferroviaria de Bayamo. La mala fortuna le visitó el día que se descarriló su tren. Con una pierna partida, la mitad del pie perdida, y ninguna esperanza de recuperar físicamente su integridad, Sancesario fue llevado al Hospital Militar de Holguín, donde estuvo ingresado durante seis meses.

En medio de la convalecencia, el desespero, los dolores, la distancia de su realidad, el paciente encontró una opción que cambiaría su existencia:

“Un amigo de Campechuela que estaba ingresado allí me dijo ´Te voy a enseñar cómo se hace una figura´. Cogió unas hojitas de una mata de coco e hizo una esperanza. Yo lo imité y a partir de ese momento empecé a hacer mis cositas. Eso me ayudó mucho a superar mi problema.”

Cuando volvió totalmente recuperado a su rutina, Sancesario combinó el trabajo en el ferrocarril con la artesanía del coco. En esos años las promotoras culturales del Consejo Popular Francisco Vicente Aguilera descubrieron su talento y no dudaron en llevarlo a las exposiciones que se hacían en los alrededores de la Plaza de la Revolución, hasta que lograron asociarlo a la Casa de la Cultura “20 de Octubre”.

En el 2006 se integró al Proyecto “12 de Enero” de esa institución, que contaba con una treintena de creadores. Para entonces ya se dedicaba exclusivamente a la artesanía y había cambiado en su obra las pencas de coco por un nuevo material: el yarey. La durabilidad de este lo motivó a elaborar piezas disímiles, desde animales hasta sombreros, anillos y cestas, que en su totalidad como modelos ascienden a 75.

Aunque el acabado de las piezas evidencia la habilidad del artesano, lo más llamativo de su obra es la preeminencia de los temas históricos de Granma, rememorados a través de imágenes como La Demajagua, el Yate Granma, Cinco Palmas, la Catedral San Salvador de Bayamo y la Plaza de la Revolución, a un nivel de detalle que incluye la figura de Carlos Manuel de Céspedes.

Cuando se le pregunta el porqué de esta afición al pasado de nuestra provincia, Sancesario contesta que no tiene que ver justamente con que haya combatido en la lucha contra bandidos en la Sierra Maestra, ni con que guarde en casa la Medalla “50 Aniversario” de las Fuerzas Armadas Revolucionarias:

“Esas cosas no las hace nadie aquí; solo yo. Y soy santiaguero, vine para acá a los 10 años porque mi padre tenía una finca en San Pablo de Yao. Pero a pesar de mi origen, prefiero a Granma no solo porque me crié aquí, sino porque esta es la provincia que más tradiciones tiene”.

Las obras de Sancesario han sido exhibidas en eventos como la Feria de las Flores de Bayamo, la Feria Internacional del Libro, la Feria Latinoamericana de Artesanía  y en Expocuba, amén de exponerse en Holguín y Sancti Spíritus.

A dichos lugares sus creaciones llegan de paso; pero Bayamo, la ciudad donde se hizo hombre, tiene el privilegio de contar con su colección todos los viernes y sábados en el portal de la Casa de la Cultura “20 de Octubre”. De un peso a 25 en moneda nacional oscilan los precios de sus trabajos, exceptuando el coche de tradición de Bayamo, que por su complejidad se puede adquirir por la suma de 50.

Cubanos y sobre todo extranjeros valoran su quehacer, tomando obras suyas como souvenirs de la visita a esta urbe. La venta no es, sin embargo, el mayor aliciente de este hombre. Sancesario, a sus setenta y tantos años, reconoce que este trabajo le “limpia la mente”, que la artesanía del yarey es en su vida alfa y omega.


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