miércoles, 5 de junio de 2013

Música eterna bajo el cielo de Bayamo



Martín Corona Jerez    HISTORIA / Cuba

“La marcha irrumpió, vibrante y clamorosa, de los instrumentos, sin cortapisas de ninguna clase, con todo el vigor que requería. Un torrente armonioso, de catarata en ebullición, llenó la Iglesia, llenó los corazones de los concurrentes, sumidos en éxtasis. No había nada con qué comparar aquellos momentos. Las emociones más profundas chocaban en los espíritus de la inmensa concurrencia. ¡Poderosa atracción la de aquel canto!”
   
Así describe el historiador José Maceo Verdecia, apoyado en la tradición oral, la primera ocasión en que fue interpretada en público la música de la marcha La Bayamesa, devenida Himno Nacional de Cuba.
   
El acontecimiento ocurrió el 11 de junio de 1868, en la Iglesia Mayor de Bayamo, y constituyó uno de los momentos cumbres en la conspiración que desembocaría, el 10 de octubre del mismo año, en el inicio de la primera guerra contra el dominio colonial de España en la mayor de las Antillas.
   
En su libro Bayamo, imprescindible para la historiografía cubana, Maceo Verdecia recuerda que Perucho Figueredo, uno de los principales líderes independentistas del país, compuso la pieza en la madrugada del 14 de agosto de 1867,  y por la noche la interpretó al piano ante los fundadores del Comité Revolucionario de la ciudad. 
   
Corría mayo del año siguiente, cuando Figueredo entregó la obra al músico Manuel Muñoz, encargado de realizar la instrumentación, para interpretarla con su orquesta en el Te Deum y en la procesión de Corpus Christie, festividades católicas efectuadas cada 11 de junio.
   
Agrega el investigador que en esa memorable oportunidad la Iglesia Mayor estaba repleta de personas, incluidos el Comandanta Militar de Bayamo y su distrito, el teniente coronel Julián Udaeta, y los conspiradores antiespañoles, Perucho Figueredo, Francisco Vicente Aguilera, Francisco Maceo Osorio, Donato Mármol, José Joaquín Palma, Juan Luis Pacheco, Esteban Estrada y otros.
  
El historiador precisa que la orquesta estuvo integrada por Manuel Muñoz Cedeño (violín y director), los violinistas Pedro Muñoz Jerez y Juan Ramírez, los clarinetistas Manuel Muñoz Jerez, Joaquín Muñoz Jerez, Joaquín Fonseca y Jesús Hechavarría, José Caridad Cedeño y Miguel Aguilera en los cornetines, Juan Aguilera (trombón), Francisco Cedeño (bombardino), Francisco María Tamayo (figle) y José Manuel Aguilera (contrabajo).
   
La primera interpretación de la música del canto patrio se recuerda con frecuencia, pero tiene un aspecto no señalado hasta ahora, y es que la incultura del gobernador militar de la comarca le impidió estar seguro del carácter de la obra escuchada, y adoptar las represalias correspondientes.
   
Según Maceo Verdecia, terminada la celebración religiosa, Udaeta pidió explicaciones a Figueredo.
    
“Señor gobernador, no me equivoco al asegurar, como aseguro, que no es Usted músico. Por lo tanto, nada le autoriza a Usted para decirme que ese es un canto patriótico”, respondió el hombre a quien, en su etapa habanera como estudiante, le apodaron El gallito bayamés. 
    
Enardecido tras la toma de la ciudad por los patriotas, el pueblo de Bayamo cantaría por vez primera la letra del futuro Himno Nacional, el 20 de octubre de 1868,  y el siguiente ocho de noviembre ocurriría el estreno oficial, a cargo de la orquesta de Manuel Muñoz y un coro de seis jóvenes negras e igual cantidad de blancas.
   
La audacia, el amor a la libertad y el arte se abrazaron el 11 de junio de 1868, para convertir  la fecha en inolvidable, y demostrar, de paso, que la cultura es un requisito de la dirección.

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