martes, 16 de abril de 2013

Donde se rompe la soledad



Karel Ricardo Roque (estudiante de Periodismo)
Fotos: Rafael Martínez Árias

La creación de los centros para estas personas constituye una
obra del gobierno  cubano para brindar asistencia médica integral
a personas que hacen su vida en plazas, parques y avenidas.
Hace unos meses su mirada era tan pobre como su ropa. Caminaba hacia  todos los lugares sin un sentido. Hablaba, pero prácticamente nadie lo escuchaba. Unos días comía, otros, pasaba por inadvertido un bocado de  alimento en la  jornada.

Sus  seres queridos  ya  no estaban junto a él, quizás porque la muerte se los llevó a otro lugar o porque realmente no querían tenerlo cerca. La soledad era su mejor compañía, a pesar de que deseaba estar en familia, disfrutar una comida recién cocinada, dormir en un lugar agradable, conversar con sus amigos, o recibir un abrazo de un familiar (…) Hay que poner a correr la imaginación y llegar a la realidad. Así es la vida de los “ángeles de la calle”, los deambulantes.

Desde el 23 de abril del 2009 en la comunidad bayamesa de Mabay una institución abrió sus puertas para acoger pacientes con diferentes patologías, incluso las dolencias del alma: alcohólicos, mendigos, vagabundos, a quienes en el argot popular se les identifica como deambulantes, personas que necesitan comprensión y amor del grupo social y familiar.

En Cuba se identifica como un trastorno de la salud del individuo, aunque ya  se convierte en un problema social, a pesar de no reportarse cifras significativas. Sus causas pueden estar originadas por varios fenómenos: pérdida de seres queridos como la madre o un hijo, problemas psiquiátricos, edad avanzada, insuficiencia mental, contrariedades en la familia, viudez, dependencia de drogas, abandono familiar y problemas económicos.

La creación de los centros para estas personas constituye una obra del gobierno  cubano para brindar asistencia médica integral a personas que hacen su vida en plazas, parques y avenidas. La captación es realizada por trabajadores del departamento municipal de Salud Mental de la capital granmense, quienes hacen la recogida con el apoyo del Servicio Integrado de Urgencia Médica. De esta  forma, los pacientes son trasladados hasta el centro de la comunidad de Mabay.

En la provincia de Granma funcionan dos centros con este objetivo social, uno  localizado en Mabay, y el segundo en el municipio costero de Manzanillo.

ADIÓS  A LAS CALLES

La tierra huele a caña de  azúcar, y transmite su dulzura; es propio de una  localidad donde se encuentra una empresa azucarera. Solo 15  kilómetros separan a Mabay de Bayamo, capital de la  provincia de Granma. En esta peculiar casa nacen nuevas relaciones, se hacen amigos y atrapa por el amor y atención  de sus 22 trabajadores, entre ellos, celadores, auxiliares de limpieza, cocineras, guardias, enfermeras, una administradora, una asistente y la rehabilitadora social, para brindar ayuda a 18 pacientes, hombres en su mayoría.

Es impresionante conversar con quienes hicieron vida en la calle por varios  meses,  e incluso años, y ahora verlos cultivar no solo el huerto de la casa, sino también su corazón. Siempre se encuentran enfrascados en labores productivas: lectura, confección de artículos de madera, plástico y otros  materiales, atender a los animales o recrearse con la televisión o un juego de dominó. La rehabilitación ocupacional es uno de los medios para lograr  también el vínculo y el intercambio social incorporándolos a visitas a los  museos, parques, bibliotecas y otras actividades de la comunidad.
La atención integral a las personas vulnerables es una
característica del centro


Enelvis Aguilera Ferrales, rehabilitadora social ocupacional del centro, asegura que el proyecto ya arroja resultados satisfactorios, pues el objeto social es  darles atención a los pacientes, someterlos a un proceso de rehabilitación y trabajar con la familia para reincorporarlos a su medio social  y familiar. Las personas  que no tienen familia se mantienen en esta casa hasta, en caso de que sean adultos mayores, se incorporen a un hogar de ancianos. Los que  no tienen edad para ello, esperan la decisión de  los directivos de salud mental en el municipio o la provincia sobre qué  conducta seguir.

Escuchar los testimonios, las  vivencias de los  “ángeles de la calle”, ratifica los deseos de continuar el trabajo para el rescate del amor y los deseos de vivir de los deambulantes. César asegura  que en la calle no era  nadie y aquí, en esta  casa, lo tiene todo, buen trato, cariño. “Nos  hemos sentido muy bien, recibimos atención médica, los locales son higiénicos y el respeto y la ayuda que nos  brindan nos hace sentir en familia, como hacía mucho tiempo no nos sentíamos”. Así se aprecia el cumplido del Héroe Nacional de Cuba, José Martí, “Sólo el amor engendra  la maravilla, sólo el  amor  consigue  encender  lo muerto (…) Sólo el amor  convierte en milagro el barro”.

“Con respecto a los medios materiales y la alimentación es importante destacar que los pacientes no tienen que pagar nada. Contamos con televisor, refrigerador, ventiladores y los cuartos con el avituallamiento completo desde la ropa hasta las toallas. Y velamos por el pelado y afeitado de cada uno de ellos”, asegura Ileana Escalona Echavarría, su administradora.

Desde el Centro de Deambulantes del poblado bayamés de Mabay varias  sonrisas tejen los recuerdos pasados, aunque no olvidados y se alientan con el deseo de grabar en sus vidas una nueva página de confianza, amor y respecto en un lugar donde se  rompe la soledad.


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